[PSICOLOGÍA]

REGRESAR A VIDAS PASADAS:
EN BUSCA DE LA BIOGRAFÍA PERDIDA
Por Alejandro Agostinelli
El uso de la hipnosis para recuperar recuerdos de presuntas vidas pasadas proyecta una controversia religiosa al campo de las ciencias humanas. Y, lejos de resolver presuntos traumas, las regresiones facilitan un peligro latente: crear memorias falsas en la mente de pacientes sugestionables.


Siglos atrás, la reencarnación era, sobre todo, una creencia que legitimaba el sistema de castas imperante en sociedades como la India, Tíbet o Nepal, donde para progresar cabe el consuelo de encarnar en un sujeto más afortunado. A fines del Siglo XXI, luego de un gradual proceso de transculturización, en Occidente cada vez hay más gente dispuesta a aceptarla. No sólo eso: también se fue integrando en la cultura moderna convirtiéndola en base de nuevas psicoterapias. Algunas de ellas trasladan mecánicamente artículos de fe, como la ley del karma (a toda causa le sigue un efecto), para desarrollar terapias dirigidas a la cura de traumas psicológicos mediante la hipnoterapia, la visualización orientada de imágenes, el rebirthing o el grito primal aplicados a la regresión del paciente a presuntas vidas anteriores.

DIME QUIEN FUISTE Y TE DIRE...
La creencia según la cual existe una esencia humana que trasciende el grosero lastre que supone el cuerpo material, se encuentra firmemente implantada en sociedades varias veces milenarias, como las asiáticas, australianas o africanas. Este sistema de creencias dio sustento a nuevas doctrinas (casi todas basadas en el hinduismo de inspiración védica) para las cuales el alma, el espíritu o el cuerpo sutil del hombre transmigra de cuerpo en cuerpo a lo largo de sucesivos ciclos de existencia, a fin de cumplir un propósito superior, habitualmente relacionado con la evolución de la conciencia hacia un ideal de perfección.

Hasta no hace mucho -digamos, unos doscientos años- la reencarnación o metempsicosis era una creencia extraña a Occidente. Barajada en tiempos pre-cristianos por filósofos griegos como Empédocles o Platón, recién reaparece en un texto revelado donde la técnica utilizada guarda una sugestiva similitud con la que usan los modernos terapeutas de vidas pasadas. En "El Libro de los Espíritus", compilado en 1856 por Allan Kardec, el fundador del espiritismo reivindica la reencarnación en una serie de pasajes canalizados por la médium Celina Japhet con la ayuda de un hipnotizador, el mesmerista M. Roustan. Ya por entonces, la hipnosis era la garantía científica del procedimiento mediante el cual iba a legitimarse la creencia que recomienda no pisar aquel caracolito, que puede ser la difunta tía Ofelia.

MEMORIAS OCULTAS
En 1870, la controversia renace con el movimiento teosófico fundado por Madame Helena Blavatski, y no salta el cerco de los círculos religiosos y esotéricos occidentales sino hasta 1956, año en que Morey Berstein publica "En Busca de Bridley Murphy". Ese libro transcribe el relato bajo hipnosis de Virginia Thige, un ama de casa que recordó haber sido, precisamente, Bridley Murphy, nacida en Irlanda en 1778. La obra vendió más de un millón de ejemplares y se tradujo a cinco idiomas; se filmó una película y se grabó un disco. Para muchos, el caso se convirtió en una prueba contundente en favor de la reencarnación. A lo largo de seis sesiones, Virginia evocó detallados recuerdos de personas, lugares y situaciones "que ella -según Berstein- no podría haber fraguado ni fabulado".

El lío se armó cuando los inquietos cronistas del diario Chicago American decidieron no esperar hasta su próxima encarnación para averiguar la verdad y trataron de verificar si la mujer no pudo haber abrevado en recuerdos de su vida actual. Pronto supieron que Virginia, en la escuela secundaria, había sido una brillante alumna de teatro, habiendo memorizado varios monólogos, que recitaba con un fuerte acento irlandés. Pero todo esto es nada comparado con lo que descubrieron al visitar la casa donde vivió en su adolescencia: una vecina, quien solía contarle cuentos de su país, era irlandesa y ésta tenía una mucama que se llamaba... Bridley Murphy.

Con todo, no existía evidencia de que el relato de Virginia Thige hubiera sido un fraude deliberado o una fabulación corriente. ¿Cómo explicar, entonces, la riqueza de sus narraciones, que parecían transmitir un conocimiento genuino de experiencias del pasado? En su libro Hidden memories (Memorias ocultas), el psicólogo Robert Baker cita la regresión de la Thige como un fascinante ejemplo de criptomnesia (neologismo formado por las palabras griegas kryptos, escondido, y mnem‚ memoria). "La criptomnesia es un fenómeno psicológico muy común, que experimentamos al descubrir un recuerdo que resulta difícil o imposible de rastrear hasta su origen. Todo el tiempo el cerebro almacena información sin saber cómo, cuándo y dónde fue obtenida. Esas ideas parecen nuevas y originales pero, en realidad, son recuerdos de cosas que la persona olvidó que sabía", escribe Baker.

RECUERDOS DEL PRESENTE
Para Baker, el sujeto en un contexto hipnótico nunca revive sino que recrea memorias extrañas. Por el mismo motivo, éstas parecen ajenas a su vida, empezando para el propio protagonista. "Nuestra mente -continúa- reconstruye, reordena y altera los recuerdos archivados. El recuerdo nunca es preciso. Cuando no podemos recordar detalles específicos de algo, tenemos un bache por cubrir y lo hacemos con cosas que no ocurrieron como las imaginamos". Baker recuerda que las personas sanas y normales que tienden a confundir hechos con ficción son las más predispuestas a la confabulación. "Cuando la expectativa del hipnotizado se entremezcla con sugestiones provistas por el hipnotizador, no debe sorprender que el recuerdo resultante no guarde relación con la verdad. De hecho, el regresado a menudo no sabe cuál es la verdad".

Durante esas presuntas "regresiones", algunos pacientes declaran revivir su niñez y llegan a dar, incluso, detalles específicos de su vida intrauterina. Sin embargo, un estudio del especialista Nicholas Spanos demostró que el hipnotizado no se comporta como el niño que fue sino como imagina que se desempeñaría un niño de cierta edad. "Esto es así -amplió el biofísico Fernando Saraví - porque los regresados tienden a sobrestimar las capacidades intelectuales y las habilidades de los niños". El estudioso otorga poco crédito a la posibilidad de rememorar vivencias de la etapa fetal: "La inmadurez neurológica de los bebés antes de nacer impide conservar y mucho menos interpretar recuerdos". Saraví no hizo otra cosa que expresar lo mismo que sugiere el sentido común, pero cuánto se agradece el sentido común cuando es fundamentado con argumentos científicos.

QUE UNA VIDA TE ALCANCE
Brian Weiss, psiquiatra en el Hospital Monte Sinaí, es acaso el autor más conocido de cuantos avalan el uso de la hipnosis para disolver traumas, fobias y sufrimientos originados en presuntas existencias pasadas. En su libro "Muchas vidas, muchos sabios" (1984) cuenta sus encuentros con Catherine, seudónimo de una enfermera que recordó precisos detalles su vida en Egipto y canalizó a maestros espirituales que le revelaron a Weiss la existencia de "otros planos de existencia". El psiquiatra duplicó el récord de Berstein: en sus primeras ediciones el libro vendió dos millones de copias y se publicó en 22 idiomas. Weiss es un firme defensor de la hipótesis de que todos somos capaces de conectarnos con una suerte de memoria extracerebral.

Un investigador que trató de obtener pruebas sistemáticas de la existencia de memorias de supuestas vidas anteriores fue el profesor Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia. Stevenson presentó el caso de personas que bajo hipnosis hablaban en alemán o sueco, idiomas que nunca habrían tenido oportunidad de aprender. Pero una revisión posterior, a cargo de la profesora de lingüística Sarah Thomason, consideró que Stevenson había exagerado las presuntas capacidades de los regresados. "Los sujetos -escribió- responden con monosílabos, no conversan normalmente y faltan por completo la estructuración normal, la fluidez en la expresión y la coherencia en las respuestas".

El don de hablar en lenguas desconocidas, o xenoglosia, fue vivído en carne propia por el psicólogo argentino Carlos Bautista, un profesional que aplica hipnosis para recuperar lo que llama "recuerdos anómalos". Para él, la existencia de estos recuerdos no implica, necesariamente, estar a favor de la reencarnación. "Hace dos años, durante una experiencia regresiva guiada, hablé en una lengua africana. Luego descubrí que aquello había sido consecuencia de mis lecturas adolescentes". Para Bautista, los pacientes no hablan de otras vidas sino que tienden a dejarse llevar por las expectativas del hipnotizador. "La interrelación neutraliza la capacidad reflexiva e introspectiva del paciente; si son operados bajo hipnosis y complacen el deseo del hipnotizador a límites inauditos, ¿cómo éste no va a lograr construir una vida previa?".

Bautista aclara que sólo concede la experiencia a quienes llegan a su consultorio con un gran dolor y se lo piden expresamente. "Para que esa experiencia espiritual sea positiva y sirva como patrón compensatorio, hay que conocer al sujeto, su contexto y respetar sus interacciones". En Buenos Aires -continúa- sólo hay un puñado de médicos y psicólogos capacitados para trabajar con hipnosis regresiva. "Pero existen cientos de terapeutas que, sin ser profesionales, vieron el negocio. En manos inexpertas, el intento por obtener relatos reprimidos puede ser catastrófico".

LOS NUEVOS MONSTRUOS
Desde 1990, los Estados Unidos vivió una epidemia de controversias judiciales a raíz de las denuncias de hijos que acusaban a padres, tíos o abuelos de haber sido víctimas de sus abusos sexuales en la infancia. Aquella experiencia habría sido obliterada de su memoria, para recién ser liberada por medio de alguna psicoterapia, especialmente bajo hipnosis. La falta de evidencia corroborativa llevó a que muchos sospecharan de la realidad de estos traumas y a pensar que habían sido creaciones impuestas en sus mentes. La presión de centenares de familias arruinadas llevó a que un grupo de psicólogos, psiquiatras y sociólogos formaran la Fundación Síndrome Falsa Memoria, desde donde plantean la incompetencia con la que se ha usado la hipnosis para tratar sufrimientos mentales y el riesgo que entraña administrarla en pacientes sugestionables.

En 1994, Spanos publicó un estudio donde compara las terapias de regresión a vidas pasadas, los secuestros por extraterrestres y las acusaciones de abuso en rituales satánicos. En su trabajo, titulado La reconstrucción social de la memoria, llega a la siguiente conclusión: "Las personas que viven estas experiencias fantasean bajo hipnosis escenarios complejos enteros con la asistencia de procedimientos hipnóticos o entrevistas estructuradas que acaban por legitimar como memorias reales sucesos que son producto de su imaginación". Para Spanos, la hipnosis no solo no mejora la exactitud de la memoria sino que las sugerencias del hipnólogo pueden producir un considerable deterioro en los recuerdos más seguros. "La gente organiza sus recuerdos de una forma que tiene sentido para su situación actual y son congruentes con sus expectativas actuales", escribe Spanos. Las terapias de regresión, entonces, no despiertan el recuerdo de vidas anteriores sino que consolidan las creencias anteriores del paciente: el regresado se limita a reelaborar la información estereotipada que almacena en su memoria.

Robert Baker, en un estudio sobre 60 voluntarios, demostró que los "regresados exitosos" tienden a fantasear y a soñar despiertos con más frecuencia que los no creyentes. En general, es más probable hacer regresar a una vida anterior a quienes creen en la reencarnación o la admiten como una posibilidad, que a quienes rechacen tal creencia. Esta selectividad -llena de sugerencias para los escépticos- no convence a los creyentes: para ellos, es natural que el premio de creer en la reencarnación sea precisamente recordar quiénes fuimos en otra vida.

Para Spanos, las regresiones a vidas pasadas son "fantasías organizadas alrededor de sistemas de creencia convalidadas por una fuente de autoridad externa". Las rápidas conclusiones de especialistas que enseguida creen descubrir ciertos síntomas, las etiquetas del contexto social, las sugerencias hipnóticas y la propia propensión a la fantasía, contribuyen a la creación de un relato más o menos coherente que sólo es posible gracias a la legitimidad social que ha alcanzado la creencia.
Viajar a una vidas pasada en menos de una hora de sesión, la exhumación de recuerdos de abusos sexuales que nunca existieron en forma conciente o la recuperación de experiencias de rapto extraterrestre, en fin, ponen a los psicoterapeutas de la Nueva Era en una encrucijada: autorizar y contribuir a la construcción de nuevas mitologías o empezar a comprenderlas.
Un asunto que no conviene dejar pendiente para la próxima encarnación.

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