LA CIRUGÍA PSÍQUICA: EL CONTEXTO CULTURAL

Religión y medicina popular en la tradición filipina
Entre las raíces culturales de la cirugía psíquica está la religión popular basada en los espíritus. La cultura religiosa de los pueblos de Filipinas en la época prehispánica era de lo más compleja, pues en ella existía, además del dios supremo Bathala, un panteón de dioses intermedios, llamados anitos entre los tagalos y diwatas entre los visayas, así como espíritus de la naturaleza, a los que era siempre necesario prestar un reconocimiento, pues una mala relación con ellos podía implicar la transmisión de una enfermedad. La vida diaria imponía también la coexistencia con los espíritus de los parientes muertos,

que demandaban atención y respeto. De otro modo podían ofenderse y causar enfermedades, así es que tenían que ser aplacados en ritos y sesiones curativas. Coexistían con todos ellos ciertos espíritus malévolos que debían ser cuidadosamente evitados (a los que se impuso nombres de origen español como dwende y engcanto), además de un submundo de monstruos y espíritus invisibles (como el aswang, una especie de vampiro que devoraba el hígado como un cáncer) y las brujas mangkukulan, que también podían causar enfermedades. Incluso hoy, los filipinos no pretenden haber visto realmente el espíritu de los árboles o un anito, pero la creencia en ellos no se cuestiona, de la misma manera que los occidentales creen en los gérmenes sin haberlos visto.
Los frailes españoles no dudaban de la existencia de muchos de estos espíritus y maldiciones, tal vez por comparación con las brujas de la inquisición (Scott, 1994, p. 241). Las crónicas de los primeros misioneros en Filipinas, como los padres Plasencia, Chirino, Alcina y otros (ver Scott, 1994), recogen descripciones de la religión y de la medicina de los pueblos que los españoles encontraron a su llegada, y en ellas se habla de ciertas mujeres y unos pocos hombres disfrazados de mujeres, conocidos en tagalo (en Luzón) como katalonans y en la lengua visaya (de las islas Visayas) como babaylans, que curaban enfermedades de tipo crónico que eran atribuidas a hechicería o a espíritus que habían sido ofendidos por el enfermo, y éstas sólo podían ser curadas por especialistas capaces de entrar en comunicación con el mundo espiritual a través de un trance, actuando como médiums en contacto con diversos espíritus. El éxito de estas chamanes se atribuía al poder de los espíritus y deidades con los que se identificaban, y por los cuales eran poseídas en sus danzas frenéticas. Eran personalidades apreciadas en su comunidad, y sin embargo los citados cronistas escribían que en su tiempo había auténticos charlatanes entre estos sanadores. El desaparecido experto en la cultura prehispánica filipina William Henry Scott (1994) sugiere que algunos de los trucos de los que los modernos cirujanos psíquicos son acusados hoy eran ya practicados por ciertos babaylans que “pretendían extraer huesos o piedras de alguna parte del cuerpo del paciente” (p. 119) mediante juegos de manos.
Muchas de las técnicas que utilizan los actuales sanadores por la fe proceden de la medicina tradicional, como la adivinación de la enfermedad a través de un oráculo o tomando el pulso al doliente, que fueron descritas con ironía a finales del siglo XIX por el cronista Isabelo de los Reyes en su libro "El folklore filipino" (1994).
Conozcamos los conceptos sobre los que se basa la salud y la enfermedad en la medicina tradicional y cómo éstos han pasado a formar parte del cuerpo de conocimientos de los sanadores por la fe. En la tradición animista filipina, la capacidad de curar se encuentra en un poder sobrenatural llamado bisa, que surge de la pureza de corazón y de las buenas acciones, además del cumplimiento de los necesarios rituales (Covar, 1980). La mayor parte de los actuales especialistas en medicina popular creen tener acceso a esos poderes sobrenaturales, que la mayoría interpretan como un poder que fluye directamente de Dios al especialista como si fuera una corriente eléctrica. La religión es una de las fuentes principales de este poder, de ahí que el antídoto más poderoso que se posee para las enfermedades serias sea la oración (Jocano, 1973).
El bisa se aplica para diferentes funciones, de ahí que el antropólogo de la University of the Philippines Michael Tan (1996) divida el papel de los médicos tradicionales en dos categorías: empírica y mágico-religiosa. El papel empírico incluye el arreglo de huesos y el masaje (manhihilots), el uso de plantas medicinales (arbularyos) y otros. Los métodos mágico-religiosos se usan para el diagnóstico de la enfermedad mediante la adivinación y la cura de enfermedades que se perciben como místicas o sobrenaturales (magluluop). Pero señala Tan que actualmente no se recogen testimonios de trances especialmente dramáticos, y que los verdaderos chamanes parecen estar limitados a unas pocas comunidades indígenas de las montañas. Más que la denominación chamán, este antropólogo propone el término sanador por la fe (“faith healer”) para definir una versión contemporánea de los antiguos babaylans, pero destacando que la mayoría de los médicos tradicionales confían en los métodos empíricos o bien se hace una mezcla entre éstos y los mágico-religiosos.

Pervivencias de la medicina tradicional en la cirugía psíquica
A continuación voy a destacar una serie de rasgos que se han mantenido desde la medicina tradicional a los sanadores espiritistas y de estos a los cirujanos psíquicos, en una continuidad cultural ininterrumpida.
a) Existe un patrón común en la forma como se han iniciado los médicos tradicionales y los cirujanos psíquicos, pues no sólo deben tener algún pariente que ha practicado antes la profesión, sino que además tiene que haber sido visitado por un ser sobrenatural, sea en sueños o despierto, que le ha dado instrucciones para curar. Afirman que es la voluntad de Dios que sigan esta actividad, por lo que no se pueden negar. “Si fuera por mi elección, no sería sanador”, es un testimonio que se repite entre los especialistas tradicionales y los modernos cirujanos psíquicos. Pero incluso con el acceso a los poderes sobrenaturales, el iniciado tiene que pasar una formación con un especialista antes de ponerse a practicar la medicina por sí mismo.
b) En todos los casos, mantener buenas relaciones con los espíritus es muy importantes. Si éstas son buenas se obtiene orientación sobre cómo tratar un caso de enfermedad; de otro modo, el sanador perderá su poder o los espíritus le harán ponerse enfermo.
c) La gran mayoría de los médicos tradicionales y cirujanos psíquicos filipinos no son profesionales, sino que se dedican a otras actividades para su subsistencia. Generalmente no reciben remuneración, o bien se les entrega un pago voluntario, pues muchos creen que las habilidades médicas son un don divino y que lo perderían si sacasen provecho económico de ellas. Los cirujanos psíquicos han sorteado esta dificultad aceptando donaciones “para su iglesia”.
d) La adivinación de la enfermedad es un elemento recurrente en la tradición y en la cirugía psíquica. Esta adivinación hoy imita a la medicina moderna, como cuando Jun Labo utiliza una sábana blanca para ver a través de ella el cuerpo del paciente como si estuviese observando por rayos X, o Alex Orbito aplica sobre el cuerpo del paciente un papel manchado en aceite para obtener una figura que recuerda a una radiografía.
e) La extracción de una sustancia dañina del cuerpo ya existía en la tradición de las katalonans y babaylans, y es la práctica más generalizada en la cirugía psíquica.
f) El motivo central de la curación, tanto en el pasado como en el presente, es la religión, de tal manera que la curación es sólo un aspecto de la experiencia religiosa del sanador y del enfermo. En el pasado el katalonan ejercía su arte a través de anitos tutelares que les poseían en sus trances, mientras que los cirujanos psíquicos son mediums con contactos específicos en el panteón cristiano, incluido el Espíritu Santo.
h) Según la tradición, el alma se puede escapar del cuerpo y ser causa de enfermedades, y era la función del katalonan reintegrar el alma al cuerpo, mientras que los cirujanos psíquicos reponen en el cuerpo del paciente una “energía” o un “bioplasma” a través de un “ajuste magnético”.
En base a las pervivencias de estos y otros conceptos y técnicas de la medicina tradicional, algún universitario filipino, como Zeus Salazar (1980, 1990), ha defendido que la cirugía psíquica es un sistema entroncado en la tradición, y que ninguna curación tendría lugar si no se compartiera una ideología o un marco de referencia común aceptado tanto por el sanador como por el paciente. También según Suzara (1994), la razón de la pervivencia de la cirugía psíquica en Filipinas es la extendida creencia hasta hoy mismo en la hechicería, incluso entre los filipinos urbanizados, porque precisamente uno de los métodos de la hechicería es la “intrusión de un objeto” en el cuerpo de la víctima, creencia que puede explicar la práctica de los cirujanos psíquicos de extraer del cuerpo clavos, monedas u otros objetos.

La conexión espiritista
La transmisión de las ideas religioso-terapéuticas de los babaylan-katalonan a los actuales cirujanos psíquicos se ha efectuado a través del movimiento espiritista, que ha tenido su inicio y centro más importante en la Unión Espiritista Cristiana de Filipinas. Mientras que el espiritismo se desacreditaba en occidente en la segunda parte del siglo XIX, encontró en Filipinas terreno abonado para una refundación de acuerdo con valores locales. Juan Alvear y los primeros espiritistas filipinos vieron en las enseñanzas de Allan Kardec la puesta en práctica del sentido de cristianismo que mejor se adaptaba a la mentalidad tradicional, que contemplaba la comunicación con los espíritus como una experiencia cotidiana. Así descubrieron en la Biblia que la misión de Jesús se había ejercido a través del milagro de la curación, y que el Espíritu Santo podía hablar a través de sus apóstoles, cosas que les habían sido ocultadas por los párrocos católicos. También supieron que el Espíritu Santo concedió a los apóstoles en el Tabernáculo otros dones, entre ellos el de curar a los enfermos (Martin, 1999). En la obra Doctrina Espiritista, que Juan Alvear escribió en lengua kapampanga, los espíritus no son los antepasados muertos del espiritismo de Kardec, sino los santos del culto católico, y más específicamente “el espíritu”, que es Dios y al mismo tiempo el Espíritu Santo. Y los médiums espiritistas se convertían en este caso en auténticos apóstoles.
La Unión Espiritista Cristiana de Filipinas cuenta hoy con numerosas pequeñas capillas en la región de Pangasinán y un Centro General en Quezon City, en el gran Manila, aparte de que se han creado otros centros e iglesias espiritistas independientes en otras provincias. Todos los cirujanos psíquicos se formaron en la Unión Espiritista como parte de su entrenamiento para la curación. Eleuterio Terte fue el primero que se separó de la Unión para crear su propia iglesia, lo que posteriormente han hecho casi todos los curanderos famosos, como Juan Labo o Alex Orbito, la mayoría por no haber podido cumplir con el requisito que se impone de no cobrar por sus servicios y no querer someterse a la disciplina “de base” que se impone en el movimiento. A pesar de todo, los cirujanos psíquicos necesitan contar con el aval de legitimación que proporciona el espiritismo en la cultura de la sanación en Filipinas y de una u otra forma continúan vinculado a él.
En el espiritismo filipino se mezcla el misticismo cristiano con las técnicas espiritistas clásicas, como el contacto mediante la tabla ouija y la escritura automática, y con las sesiones de curación. Con todo, el culto es más cercano a las creencias católicas de lo que pueda parecer, pues Dios (Dyos en tagalo) representa el centro de sistema y los espiritistas se ven a sí mismos como cristianos. La disparidad entre el catolicismo y las prácticas curativas son explicadas por Schlegel (1984) en el sentido de que los espiritistas no consideran todas estas prácticas como religión sino como ciencia, y no tratan con ellas en el sentido de variaciones esotéricas de la religión cristiana, sino como una visión de sentido común sobre cómo opera la salud.
En una ceremonia típica de la Unión Espiritista Cristiana de Filipinas en su sede central de Quezon City se dan cantos de himnos, invocaciones a Dios, una confesión general y la lectura de versículos de la Biblia, junto con la intervención de médiums en estado de trance a través de los cuales un espíritu elevado -un santo, Dios o el Espíritu Santo- habla a la concurrencia. Las sesiones terminan con las curaciones, ya que, como señala Schlegel (1984), “para los espiritistas la causa inmediata de la enfermedad es el pecado; la causa última es la justicia de Dios” (p. 42). En la sesión curativa el medio curandero (en español) conversa con los pacientes sobre sus síntomas proporcionándoles consejos prácticos, y a continuación toca las partes enfermas estableciendo un canal para el “fluido magnético” que le llega del Espíritu Santo o de un espíritu protector en particular. Nadie espera conseguir una curación inmediata, sino que ésta seguirá su curso si el paciente persiste en su fe y es sincero en su arrepentimiento de las malas acciones.
Cada pequeño centro de la Unión Espiritista Cristiana de Filipinas tiene sus propias reuniones y en ellos se imparte la formación para la sanación. El famoso cirujano psíquico y líder de la Unión Espiritista Virgilio Gutiérrez dirige el Centro Sermón de la Montaña (también en español), cuya sede es el patio trasero de su sencilla casa en Quezon City. Cuando les visito tiene lugar la reunión de los miembros, y su mujer ejerce de maestra de ceremonias en la sesión de aprendizaje de mediumnismo con algunas mujeres y un joven que están progresando en la curación espiritual. Lo más importante en esta formación es el contacto con el espíritu de Dios, quien comunica su mensaje a los médiums por la tabla ouija o directamente a la mente de uno de ellos, que habla por intermedio del espíritu. Los mensajes suelen tratar de orientaciones para la lectura de los versículos de la Biblia, que posteriormente son interpretados y debatidos por los asistentes. Las sesiones de curación son menos impresionantes de lo que uno espera después de haber visto a los cirujanos psíquicos, pues se basan en oraciones y pases magnéticos. Otras técnicas son las inyecciones espirituales, que imitan una inyección real pero sin jeringuilla, y la curación a distancia, sin la presencia del enfermo. Les pregunto por la cirugía psíquica y me aclaran que es un estado avanzado del aprendizaje, pero que no es en absoluto necesaria para ser un sanador espiritista, y de hecho pocos la practican en el seno de la iglesia.
El norteamericano Harvey Martin fue ordenado en una de las iglesias espiritistas filipinas y ha relatado su proceso de aprendizaje en un libro titulado "The Secret Teachings of the Espiritistas" (1999). En su proceso hubo un desencanto con la cirugía psíquica, cuando supo que los trucos eran una parte consustancial con ella. Como él dice, los juegos de manos han sido utilizados siempre por los chamanes, incluidos los filipinos, como forma de provocar una sugestión en el paciente y crear las condiciones para la sanación basada en el efecto placebo, que él define como curación mente-cuerpo. Pero en su proceso llegó a la comprensión de otra realidad, que llama sanación dirigida por el espíritu, en la que el Espíritu Santo cura dirigiendo su fluido espiritual a través de las manos del curandero. Martin insiste por ello en que lo importante en la cirugía psíquica no es el acto de la operación, y que no debe ser entendida como un fenómeno paranormal, sino como un medio para la transformación espiritual.

UNA INTERPRETACIÓN

Rupturas y renovación en la sanación por la fe
La perspectiva que hemos visto de las continuidades desde la medicina tradicional al espiritismo y a la cirugía psíquica debe ser complementada, sin embargo, con los factores de ruptura y modernización que han transformado de manera radical la medicina popular en las últimas décadas. Entre ellos, en primer lugar, está la influencia de la medicina científica en la transformación de los valores sobre la salud y la enfermedad entre el pueblo filipino. Indudablemente la cirugía psíquica nació en la mente de Terte como una representación simbólica en la que se recreaba la ceremonia de la cirugía, debido al alto prestigio de la medicina científica. No sólo la extracción del mal encajaba con la tradición y con la imagen de la cirugía científica, sino que además la aparición de la sangre creaba el impacto psicológico necesario una sugestión curativa en el paciente.
Por otra parte tenemos la influencia del ocultismo moderno, que se ha expandido en paralelo con la curación psíquica desde los años sesenta. La terminología que usan los sanadores por la fe para justificar sus prácticas en términos de “energías”, “bioplasma”, “cuerpo astral” o “equilibrio espiritual” debe menos al espiritismo que a la cultura llamada new age, difundida en libros, seminarios en el extranjero y, de una manera más general, por los medios de comunicación de masas.
En tercer lugar, y de forma fundamental, habría que tener muy en cuenta el cambio de actitudes que ha impuesto la comercialización de la cirugía psíquica filipina por su popularidad internacional, así como la perturbación añadida por el turismo de la salud. Todo ello ha provocado una escisión de la cirugía psíquica de la medicina tradicional sin que haya logrado su integración en la medicina moderna. Mientras que los katalonans eran miembros aceptados por su pueblo, los modernos cirujanos psíquicos son personajes controvertidos en la misma sociedad en la que viven. Gran parte de los filipinos no cree en las supuestas capacidades de estos curanderos, y muchos dudan de su honestidad porque se han difundido ampliamente las demostraciones de fraude. Por otro lado, una gran parte de la población rural sigue adherida a los tradicionales arbularyos y manhihilot y considera la cirugía psíquica como una práctica heterodoxa propia de Baguio y Manila.
La creación de la cirugía psíquica, sin embargo, no ha sido un simple invento del mercado. Sería necesario acudir a la biografía de los cirujanos psíquicos y a su extracción social con más detenimiento del que podemos hacer aquí para valorar en su integridad el entorno cultural del que surge la curación por la fe y sus motivaciones.

La cirugía psíquica como representación simbólica
Las mejores claves para interpretar la función y significado de la curación psíquica la proporcionan las justificaciones de sus propios actores. Según el antiguo vicepresidente de la Unión Espiritista Cristiana de Filipinas Joaquín Cunanan, la cirugía vital puede tener lugar sin incisión, y ha dicho: “nuestros sanadores abren el cuerpo principalmente para dramatizar la curación en beneficio del paciente” (Valentine, 1975, p. 186). Virgilio Gutiérrez me ha sugerido que la creencia es un factor para la curación, y que la importancia de la operación no es la quirúrgica, sino el producto del impacto emocional en el paciente. Algunos académicos filipinos explican también de una forma simbólica el significado de las operaciones de cirugía psíquica. Escribe Salazar: “nuestros sanadores por la fe aparentemente quieren probar que pertenecen a la misma clase que los cirujanos. Tuvieron por tanto que inventar el proceso por el cual podían aparentar extraer materiales del cuerpo de sus pacientes, mostrando así que la operación realmente tenía lugar en términos de la moderna ideología quirúrgica” (1990, p. 343). Por su parte, lo que esperan los pacientes es tener una versión local más barata de aquellas operaciones que practican los doctores de blanco. Por medio de estas técnicas, los sanadores nativos pueden ofrecer la semblanza de la forma más elevada de la moderna medicina. En opinión de Salazar, si los anitos han conseguido sobrevivir a esta transformación es porque aún sirven para explicar fenómenos médico-religiosos a los filipinos “menos sofisticados” en las zonas rurales y los barrios urbanos pobres. Estos modernos “katalonans” se encuentran a la sombra de los médicos, y por ello imitan a los doctores en muchos aspectos, especialmente en lo que respecta al ambiente de “clínica” en que desarrollan su trabajo.
Esta cuestión nos remite a las acusaciones de fraude. Ningún cirujano psíquico ha admitido jamás que utilice trucos en sus operaciones, pero ellos mismos alegan que el engaño está extendido en la profesión, refiriéndose tanto al intrusismo profesional de personas “sin poderes” como a que hay quienes utilizan trucos de magia. Sobre ello Tan (1996) ha expresado que, aunque el comportamiento chamánico puede ser la representación consciente y creativa de un rol, el fraude es motivo de preocupación si implica un alto costo y desvía a los pacientes de un tratamiento más adecuado. Sin embargo, piensa que la cirugía psíquica puede resultar en una curación, incluso siendo un fraude, debido al efecto placebo. De ahí que la cuestión que se plantea a veces sobre la eficacia de la curación no tenga sentido más que en el contexto de las creencias en las cuales se efectúa la sanación, ya que tradicionalmente los hechiceros sólo han curado las enfermedades generadas en el mismo contexto mágico-religioso. En este sentido se entiende que la aparición de la sangre en la cirugía psíquica puede crear el impacto psicológico necesario para una sugestión curativa en el paciente.
Ese componente mágico-religioso de la medicina popular filipina sigue siendo fuerte, aunque en los últimos tiempos tome formas tan aparentemente extrañas. El relativo éxito de la cirugía psíquica entre los propios filipinos tiene que ver, pues, con el concepto tradicional de salud y enfermedad y de las causas de ésta (Tan, 1987), donde se reserva al sanador por la fe ciertos padecimientos que tienen que ver con su vida espiritual o social. Esta es una clave que no se puede perder de vista en un análisis del tema.
Lo que he querido plantear en este artículo es que la polémica sobre la supuesta operación quirúrgica es un enfoque incompleto, que necesita ser complementado con una perspectiva cultural que tenga en cuenta la justificación de los propios actores, que están explicando siempre sus operaciones como intervenciones del Espíritu Santo y expresando que ellos son meros transmisores de una energía divina. Ello significa que el factor religioso es el centro de estas prácticas. En relación con ello, es importante tener en cuenta las representaciones simbólicas que los filipinos hacen de la curación por la fe, de acuerdo con conceptos tradicionales de enfermedad, muy vinculados con el submundo religioso. Conociendo históricamente la evolución del espiritismo filipino y la importancia de la salud en su cosmogonía, habremos tenido una perspectiva general de los diferentes entornos culturales en que tiene lugar la cirugía psíquica.
En resumen, los cirujanos psíquicos han construido un sincretismo altamente original entre la medicina tradicional, la doctrina espiritista y la imaginería de la medicina científica, dando lugar a un nuevo tipo de representación simbólica de la curación. En sus formas pretende ser una reminiscencia del mundo chamánico, ya que el oficiante asume ese papel socialmente determinado que implica adoptar aparentes estados alterados de consciencia y utilizar técnicas de persuasión prestadas del ilusionismo para generar una sugestión. En un acercamiento a la modernidad, se ha incorporado también el lenguaje del cientificismo (“magnetismo”, “energía”, etc.) mezclado con conceptos de la medicina holística y la espiritualidad new age, para construir en las últimas décadas un producto simbólico ecléctico conforme a lo que pide un creciente mercado de la salud. Los modernos “chamanes” han hecho una síntesis de conocimientos con objeto de satisfacer, en una adaptación de papeles, las demandas de ambos mundos: las del pueblo filipino en su trato cotidiano con la enfermedad y la de la contracultura de las terapias de consumo.


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