En esta oportunidad consideraremos los aspectos cosmológicos
o ambientales, su asociación a la calificación del
tiempo, y los rituales que allí se desarrollan. Los materiales
sobre los que nos basamos provienen de varias campañas
que realizamos en el marco del Proyecto de Investigación
"La Cultura del Mal en el Valle de Punilla, Córdoba",
radicado en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano desde 1998. En el trabajo de campo la mayor parte
de la información fue recabada en entrevistas extensas,
abiertas y recurrentes. Realizamos además observación,
observación participante, registro fílmico y fotográfico.
Hemos incluído datos y experiencias de la última
campaña de investigación realizada en diciembre
del 2000.
Los lineamientos teóricos seguidos responden
a los de la Antropología Interpretativa, que si bien hace
hincapié en la densidad y polivalencia de los símbolos,
también presta atención al punto de vista del nativo.
El grueso del material consiste en narraciones que
relatan experiencias vividas, en cierto sentido estereotipadas.
En cuanto representaciones culturales, estas creencias y experiencias
son experimentadas y contadas como verdaderas.
LAS SALAMANCAS
El serrano se representa el cosmos
integrado por tres niveles: el submundo, el plano terrestre
y el nivel celeste. El primero es el hábitat del Diablo,
las brujas y sus ayudantes maléficos, los muertos y -en
general- seres de intención negativa hacia los hombres.
El nivel terráqueo se presenta como un mosaico de espacios
de calificación diversa tanto positiva como negativa,
según se asocien a la vida y a las actividades humanas,
o se liguen a seres otros, más o menos negativos, pero
que en definitiva son la alteridad exitencial.
El espacio, el plano terrestre, mas precisamente
no se percibe como un ambiente homogéneo sino, por el contrario,
como un conjunto de espacios de calidad diferente, cuya naturaleza
no se separa de las actividades que ahí se desarrollan.
Existen por lo tanto ámbitos seguros como el de la casa,
el de la aldea, los lugares de pastoreo, los de labranza, las
aguadas y determinados tramos de los ríos, los corrales
de animales; pero también existen ámbitos de
lo otro, temidos y potencialmente negativos para el hombre.
Entre ellos figuran las salamancas, trechos de
ríos donde se escuchan voces de mujeres, lo que nos remite
al ámbito de la brujería, y lugares habitados por
espíritus o fuerzas malas que se dejan oír
especialmente de noche o a la hora de la siesta.
En fin, la presencia de entidades míticas
trasmiten al espacio su propia ontología no humana, y por
ende acechante y tremenda.
Un método humano de calificar o, mejor, de
recalificar el espacio del afuera consiste en señalarlos
a través de elementos simbólicos como triángulos,
piedras blancas, cruces o carteles que conmemoran hechos históricos
o la presencia de indígenas notables que vivieron en ese
lugar. Como se advierte, los elementos simbólicos vienen
de variadas procedencias, las cruces, sin duda del catolicismo
tradicional, los triángulos y las piedras coloreadas dejan
ver la influencia new age. Finalmente las referencias a aborígenes
o hechos históricos denotan un proceso de revalorización
de las culturas nativas, a las que se asocian los recientes procesos
de re-etnización y re-identificación que se observan
en las zonas de cultura criolla y mestiza de todo el país.
LAS CUEVAS DEL DIABLO
El cielo esta fragmentado en
varios niveles, la mayoría de ellos perceptibles a simple
vista. Un primer plano está constituido por los aires
malos, llamados así justamente por tratarse de zonas
de vientos que en la perspectiva de los serranos permiten el tránsito
y portan algunas enfermedades. En el segundo piso cósmico
moran los santos, ángeles y otras entidades celestes como
angelitos y otros intermediarios entre el hombre y Dios, el caso
de los difuntos milagrosos, difuntos que en vida fueron humanos
diferentes, ya sea por su tendencia a la locura, o por sus muestras
de poder. En esta morada incluyen a los que fueron curanderos
reconocidos en vida.
° Las salamancas refieren a las cuevas
cordilleranas o, en su defecto, aleros, abrigos, formaciones
rocosas que ofrezcan protección.
° Las versiones analizadas fueron recogidas
en el sector norte del valle de Punilla, donde existen siete
sitios físico-geográficos identificados por el investigador,
cuevas asociadas al característico fenómeno sonoro
de risas e instrumentos musicales, generalmente guitarras y violín,
indicios de fiesta.
° Son sitios de difícil acceso,
ocultos a los ojos de la comunidad. Cerca de allí hay
un río o curso de agua, purificadores que separan espacialmente
el mal del bien. El bien, visible a la comunidad, publicitado
como signo de identidad grupal, valor positivo de la cristiandad.
El mal, oculto a los ojos comunes, separado del espacio humanizado
por el agua purificadora.
° Las cuevas son las residencias del diablo.
Ejerce el poder de atracción a éstas por la música
u otras tentaciones. Los que descienden entregan el alma a cambio
de favores. El descenso es la vía hacia la esclavitud espiritual.
° Son espacios calificados, se distinguen
ya que allí se realizan pactos con el diablo, pactos en
los que el hombre obtiene poder pero en los que también
cede algo a cambio. Estas actividades califican al espacio
de las salamancas, de por sí apartados, un otro lugar,
que es representado como un ámbito de la alteridad existencial.
° Las salamancas se asocian también
a cierta concepción del tiempo. A grandes rasgos,
se puede afirmar que la duración del día es un
lapso positivo, propicio para las actividades económicas,
los viajes, el esparcimiento, etc. Lo dicho es válido para
el tiempo de luz, a excepción de las horas de siesta.
Puesto que son concebidas como horas de descanso,
las entidades míticas invaden los dominios humanos con
nefastas intenciones, que se concretan en el rapto de niños,
en el extravío de personas que pierden su capacidad
de situarse, y en enfermedades como el susto. La negatividad
de la siesta se expresa también como en perífrasis
simbólicas como la hora de las víboras o de las
iguanas, que tiene soporte en una clasificación de los
animales según los dominios y seres a que se asocian, de
lo que resultan animales diabólicos como los mencionados
y animales básicamente humanos como los de cría.
La noche también es un ámbito negativo,
en este lapso acechan brujos, seres demoníacos y entidades
malignas dispuestas a dañar o tentar con un poder, que
no deja de ser ambivalente y teñido de sospechas.
En síntesis, día versus noche y siesta
simbolizan, en términos de duraciones, lo humano y aquello
que tiene reserva de significación pues es propio de lo
otro o de la alteridad existencial.
No es casual que las actividades en las salamancas
se realicen de noche, de lo que se deduce que la calidad de la
actividad ritual esta ya denotada desde la perspectiva del espacio
y del tiempo.
Desde el punto de vista de los criollos, las
interacciones sociales no solo involucran a otras personas sino
también al resto de los seres que pueblan el cosmos.
Así, mucha de las acciones de los hombres están
dirigidas a captar para sí la buena disposición
de los seres míticos. No todo individuo realiza las mismas
elecciones, algunos prefieren vincularse a santos o a otras entidades
positivas, mientras que aquellos que prefieren un poder mas inmediato,
visible y mundano optan por vincularse con el diablo u otros seres
negativos. De ello se deduce que el pacto en las salamancas
es para los campesinos una elección libre del sujeto,
sea porque él ha buscado el modo de concretarla o porque
fue tentado por alguna figura. Espacio de libertad que implica
una re-elaboración de las enseñanzas del catolicismo
oficial, desde perspectivas diversas, en primer lugar porque no
se habla de posesión y anulación de la voluntad
del individuo, en segundo término, porque el demonio
no es malignidad pura, sino mas bien una entidad ambivalente
de la que se puede sacar cierto provecho, porque la relación
entablada en las salamancas no es remitida a la esfera del pecado
sino mas bien conceptualizada como una elección de vida
que trae beneficio inmediato a cambio de una dudosa suerte eterna.
INVITADOS A UN PACTO
De modo esquematizado, la concurrencia
a la salamanca se inicia cuando el individuo llama al Diablo
o acepta un convite de éste. En el primer caso, deciden
solicitar el auxilio del maligno personas en estado de desesperación:
porque su vida esta en riesgo, porque sus animales están
amenazados por una peste, porque algún miembro de su familia
padece una enfermedad incurable o por enfrentar cualquier otra
circunstancia límite. Cuando la elección es hecha
por la deidad tiene especialmente en cuenta atributos como el
coraje, la riqueza, la capacidad de vivir en soledad. Y, en
términos generales, se podría decir: personas exitosas,
hecho que no es casual, ya que el éxito, en las representaciones
criollas, es evidencia del poder que posee el que lo consigue,
y el diablo necesita de humanos que muestren la capacidad suficiente
como para superar las pruebas que exigen la iniciación
y el pacto en las salamancas.
En el caso de los convites, el mismo diablo se suele
aparecer y dialogar con la persona en estado de vela aunque preferentemente
en horas de la noche o de la siesta y cuando el individuo se encuentra
solo.
Sea cual fuere el inicio de la relación,
el interesado, finalmente, debe concurrir a la salamanca.
Esta primera entrada marca de por sí el comienzo de la
iniciación, lo que equivale a decir que el contacto
convocante y sacralizado de las salamancas produce una transformación
en el humano.
El Diablo cumple el papel social de un Maestro medieval.
El salamanquero asume el rol del aprendiz. Es un varón,
estudiante de la mágica, un aspirante al conocimiento de
un dominio especìfico a cambio de un contrato que exige
la entrega de su alma en el momento de la muerte. En este sentido
los comportamientos de estos serranos de La Punilla nos remiten
al mito universal faústico, a mitos europeos y americanos
donde el descenso a las cuevas nos recuerda el descenso a los
infiernos.
Por su condición de estudiante, el salamanquero
contrasta con las brujas, mujeres asociadas con el Diablo para
realizar maleficios. Las pautas patriarcales del grupo las alejan
de la adquisición del conocimiento destinado a los hombres.
En esta lucha de género, el varón pelea de igual
a igual con el Diablo, pero la mujer, sierva de éste,
no lo enfrenta.
El salamaquero acude a la Salamanca en busca
de un conocimiento. Quiere ser el mejor bailarín, el
mejor guitarrero, saber amansar caballos mágicamente, tener
poder sexual con las mujeres más lindas de La Punilla,
en palabras de estos criollos: "amansadas como las yeguas del
monte, mágicamente" o acrecentar bienes materiales con
la ayuda del familiar. La serpiente, asociada a la fauna del terror
en diferentes contextos latinoamericanos, es percibida localmente
como una metamorfósis del poder diabólico que bajo
este nombre otorga riquezas a quien la posee.
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