[TESTIMONIO]

EL SALAMANQUERO: RITOS DE PASAJE
Por Luis E. Amaya
El comienzo de iniciación de un salamanquero es "salir a caminar" entre los cerros; solo, de noche. El pacto consiste en pasar las siete pruebas a cambio del don pedido. Los martes por la noche, a las 21.30 hs, en la cueva de la Salamanca (la del río Quilpo). El salamanquero con el que co-interpretamos las pruebas por él vividas es oriundo de esta región y -dada la índole de la información que compartimos- no proporciono más datos identificatorios.
Campos cercanos a San Marcos Sierras, 1999.

Prueba. Martes, 21.30 hs.

"Ud. tiene que tener valor de lo que viera. No dispararse ni gritar para cumplir la prueba", le habría dicho el diablo.

"Lo primero son las apariciones de animales del Diablo, son de la malignidad". Si bien corresponden a la fauna conocida, sus apariencias y comportamientos son extraordinarios: hechan fuego por la boca, las orejas y la nariz, se agrandan y achican como no lo harían habitualmente esos animales. El iniciado debe resistir, demostrar coraje.

"Fui a la Salamanca a las 9.30 de la noche. Se me apareció un perro negro y chiquito. Iba al trote y al paso, me giraba en círculo. Se agrandaba hasta mi altor y más grande también se hacía. Tuve miedo pero me las aguanté".

Prueba. Martes siguiente 21.30 hs.

"Me apareció un chancho grande. Ojos grandes y brillosos. Cuando me quise acordar echaba fuego por los ojos, por la boca y por las orejas también. Ya sabía yo que eran animales del "Gaucho", por lo del martes pasado. Bajé la cueva un piso más abajo, que ya le conté que tiene siete. Comenzaba la segunda prueba: Debía montar una vaca y, como me fue bien, me dieron a montar una mula. Y también la cumplí. Digo yo que quería saber si era un gaucho diestro".

Prueba. Martes siguiente 21.30 hs.

"A la entrada seguían las apariciones. Bajé hasta el tercer nivel. Estaba hedionda la cueva. Ahí abajo viven los murciélagos, los ayudantes del diablo. De seguido me aparece un bulto detrás de mí. Un bulto de mi altor. Una persona vestida, flaca, alta, pero no tenía cabeza. -Tené cuidado, no te va a atajar el gaucho, dicen acá, y salía cierto. A donde me corría se me apegaba. Veía alargadas las manos de él, los dedos largos y las uñas largas. Tan pronto se aparecía buen jinete. Buen jinete y bien montado. Bien montado es buen caballo y buen montado es todo: buen caballo y buena apeada. Tan pronto me estaba pegado, y sin cabeza. Me desmayé. Como pude me levanté y vi mi sangre sobre uno de los siete bancos de piedra. Me fui apurado para cruzar el río antes de la medianoche".

Prueba. Martes siguiente 21.30 hs.

"Me recibieron los burlones. Una gallina con pollos, una chancha con chanchitos. Muchos eran, pero todos sin cabeza. Cuando querés agarrar uno no hay nada. Me paré en el punto que, dicen, porque yo no la ví, lo marca una luz colorada. Fácilmente uno baja al cuarto infierno, pero para subir, se las debo, las piedras están todas en contra y el espacio de la luz es muy chico. Acá es donde mucha gente quiso salir de apuro y se mató. Lo extrangula a uno la piedra.

Me cruzaron aires calientes, el viento no dejaba nada en pie. Perdí los guardamontes. Había un campo de grasas ardiendo en tachos. Empecé a ver mi propia grasa derretida. Quedé sin cuerpo. Cuando volví en sí estaba en medio de las luces, las que nosotros llamamos de espanto. Salían, flotaban detrás de las piedras y después se perdían".

Prueba. Martes siguiente 21.30 hs.

"Como yo había pedido el don de acaparar mujeres, de tener poder mágico sobre las polleras, me presentaban mujeres tan hermosas que uno no se convencía de que estaba con ellas. Una de las que ayudaban a la diabla coja me trajo un huevo basilisco y lo puso debajo de mi sobaco. Fue empollado rápido el bicho y ahí nomás estaba caminando. El me iba ayudar para lo que tenía que hacer. Traer tres muertes el próximo martes".

Prueba. Martes siguiente 21.30 hs.

"Escupí la cruz y putié tantas veces a Dios y los santos, porque, aunque usted no lo crea, el Gaucho se entera de todo. No la veía, pero sabía que la luz que me llevaba para abajo era colorada. Cabezadas con cadenas de plata y letras de oro, emprendados de plata. Mire si hay riqueza debajo de la tierra.

Se presentó el gaucho bien parecido y, como yo había cumplido, todas (las pruebas anteriores), me dio a elegir en persona entre siete mujeres para que hiciera uso (tener relaciones sexuales) y en más tenga la que yo pidiera si cumplía la última prueba: matar a mi madre.

Prueba. Martes siguiente 21.30 hs.

Nunca más volví a salir de noche y acá estoy solo y triste entre los burlones. Muchas noches he pedido morir y no muero. Me atormentan los gusanos que saldrán de mi osamenta, en mi cajón de muerto.

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