[AUTOBIOGRAFÍA]

ERICH VON DÄNIKEN,
TESTIGO DE LOS DIOSES
Por José Luis Calvo

Sería fácil elaborar una biografía de Erich von Däniken, mencionar el lugar y fecha de su nacimiento, recordar su inicial dedicación al negocio de la hostelería, citar los títulos de sus obras y sus cifras de venta... Sin embargo, al final, ¿sabríamos algo más que tuviera una importancia real acerca de la persona y su obra? Me permito dudarlo. En este caso vamos a centrarnos en una de las obras menos conocidas del autor suizo: “Testigo de los dioses” (Traducción J. A. Bravo. Editorial Círculo de Lectores. Barcelona, 1981) por cuanto en ella ofrece una visión de sí mismo, de sus métodos de trabajo, de sus creencias... una especie de autobiografía que, no por parcial e interesada, es menos reveladora.


Producto de supuestas grabaciones realizadas durante los turnos de preguntas y respuestas de sus conferencias, “Testigo de los dioses” son 201 contestaciones a otras tantas cuestiones planteadas por los asistentes. A través de ellas podemos descubrir mucho más del von Däniken real que mediante una biografía enciclopédica.

SOY EL MÁS GRANDE
Una de las características que se evidencian es su deseo de manifestar su propia importancia. Recuerda que ha impartido conferencias en “unas cien Universidades, con toda seguridad” (Op. cit. Pág. 7) y su secretario Dünnenenberger añade que entre ellas se cuentan: “Universidad de Harvard, en Boston; University of California Medical Center, en San Francisco; [...] Illinois Institute of Technology, en Chicago, Illinois; University of Missouri, en Columbia;...” (Op. cit. Pág. 7) Claro que ello se explica por el carácter de las invitaciones: “En los Estados Unidos (partieron) de los estudiantes.” (Op. cit. Pág. 8) Y no puede por menos de recordar su éxito de asistencias multitudinarias: “En la Universidad del Norte de Michigan, en Marquette, Michigan, hablé ante diez mil oyentes, fíjense, y en el estadio de baloncesto de la Universidad de El Paso, Texas, incluso fueron once mil.” (Op. cit. Pág. 9)

También menciona en varias ocasiones las cifras de venta de sus libros: “Mis libros se conocen en todo el mundo, con tiradas que suman en total más de cuarenta millones de ejemplares. Esto significa que yo ‘hablo’ con infinidad de personas a las que no conozco, a quienes la lectura incita a reflexionar sobre ‘mi’ tema.” (Op. cit. Pág. 11);

“-Los libros de usted han alcanzado una tirada mundial de 45 millones de ejemplares' -pregunta un asistente..

-En efecto, y creo que se queda algo corto.” (Op. Cit. Pág. 23); “Es posible que el motivo sea la fidelidad de mis lectores en todo el mundo, que proporcionan a mis libros unas grandes tiradas. Podría ser cuestión de envidia, como digo, aunque eso no sea más que una suposición.” (Op. cit, Pág. 43).

Éxito que, por supuesto, también acompañó a las versiones fílmicas de sus libros: “Recuerdos del futuro ha sido un gran éxito internacional. En Rusia llegaron a proyectarse mil ochocientas copias, y no sé cuántas más en la China roja. En América del Sur hubo colas en todos los locales durante meses, y en los Estados Unidos fue la gota que faltaba para que se desbordase el vaso de la ‘dänikitis total’, como dijo una revista yanqui.” (Op. cit. Pág. 45).

Todo ello conseguido sin necesidad de ser científico ni tener titulación superior alguna: “Desde luego no soy lo que se llama un ‘científico’. No poseo ningún doctorado ni carrera universitaria alguna.” (Op. cit. Pág. 46) y es que eso constituiría un estorbo en su labor: “Un autor encerrado en su especialidad, digamos por ejemplo un arqueólogo, un etimólogo o un teólogo, ve las cosas de acuerdo con su formación. [...] Además, considero que aventajo a los demás en un punto, a saber, cuando los textos antiguos traen descripciones técnicas que forzosamente debían escapar al entendimiento del cronista antiguo.” (Op. cit. Pág. 36) “Para mí es una ventaja la circunstancia de no ser arqueólogo profesional. Si lo fuese, me limitaría a contemplar con arrobamiento la pintura rupestre, admirando el arte de nuestros primitivos antepasados. Pero yo conozco la mitología de los pueblos, las leyendas de un pasado cuyo testimonio son las pinturas rupestres.” (Op. cit. Pág. 87).

RESPONDIENDO CRÍTICAS (O ALGO ASÍ)
Esta satisfacción sobre la importancia de su trabajo se muestra claramente en la reacción a las críticas que adopta diversas formas como la negación: “-Hace algunos meses, la revista alemana GEO publicó un reportaje sobre la llanura de Nazca. El artículo recogía unas declaraciones de la investigadora María Reiche, especialista en lo de Nazca, que le llamaba a usted embustero. ¿Qué nos dice de eso?

-[...] Francamente, no concibo que la vieja dama haya podido decir eso.” (Op. cit. Pág. 37). “-Acabo de recordar unas declaraciones del señor Juan Moricz, negando haber estado jamás con usted en las cavernas. Y no nos venga otra vez con lo de la entrada principal y la entrada secundaria. ¿Qué pasa aquí en realidad? ¿Acaso miente Moricz?

-No me fío de esas informaciones. Pero, si efectivamente Moricz ha hecho declaraciones, y si ha dicho que nunca estuvo conmigo en una de las entradas secundarias del sistema de cavernas, entonces, efectivamente, ¡ha mentido!” (Op. cit. Pág. 100). “-¿No ha confesado usted mismo a la revista ‘Spiegel’ que nunca estuvo en las cuevas? ¿Por qué se empeña ahora en decirnos ahora que sí estuvo? Admita de una vez que su fantasía le ha jugado una mala pasada.

-Las declaraciones que usted me atribuye no las he hecho jamás, y menos a la revista ‘Spiegel’. Verdad es que dicha revista no ha publicado tampoco nada semejante.” (Op. cit. Pág. 104) Esto último es una verdad a medias porque no fue a la revista ‘Der Spiegel’ pero sí a la revista ‘Stern’: “En un editorial de su número 41 del año 1972, la revista ‘Stern’ decía entre otras cosas: [...] Von Däniken [...] la semana pasada se dirigía por escrito a ‘Stern’ [...] añade: ‘En realidad, nunca estuve en los lugares en cuestión.’ [...] ¡El que yo haya confesado ‘como quien no quiere la cosa’ que ‘nunca estuve en los lugares en cuestión’ es puro infundio.” (Op. cit. Pág. 115).

Tampoco falta el echar la culpa a los demás: “-En su libro, Erich von Däniken afirmó que el “hombre de hierro” estaba clavado en el suelo hasta 28 metros de profundidad [...] Pues bien, se ha demostrado entre tanto que el “hombre de hierro” no se hunde en el suelo 28 metros, sino únicamente unos ciento cincuenta centímetros; que, además, está hecho de fundición obtenida en horno de carbón vegetal, y que, efectivamente, se oxida. [...] A ver si tiene usted respuesta a esto.

-[...] habrá podido darse cuenta de que el ‘hombre de hierro’ no fue un hallazgo personal mío, verificado por mí en su mismo emplazamiento, sino un fenómeno del que tuve noticia por el señor doctor Harro Grubert de Colonia [...] me limito a citar una opinión ajena expresando nombre y señas del comunicante.” (Op. cit. Pág. 69).

También aparece el argumento de autoridad tanto propia como ajena: “-También el profesor Von Ditfurth ha demostrado que los viajes interestelares son una imposibilidad. Con esto quedan refutadas todas sus pretensiones. Pues, si los viajes entre las estrellas son imposibles en el futuro, es fácil deducir que nadie pudo visitarnos en el pasado.

-Sigo esperando su pregunta.

-Bien, ¿qué tiene que decir a eso?

-El especialista más conocido en este campo [...] es el profesor doctor Harry Ruppe [...] Digo todo esto para que pueda usted hacerse una idea acerca de la solvencia de las opiniones del profesor Ruppe.

Cuando estaba escribiendo mi libro La respuesta de los dioses, le planteé al profesor la cuestión de si serían posibles los viajes interestelares en un futuro próximo. Su contestación consistió en un ‘sí’, sin rodeos ni reservas.” (Op. cit. Págs. 123-124). “-También afirmó usted que en el atrio de un templo de Nueva Delhi hay un pilar de hierro que no se oxida. He leído en la revista ‘Playboy’ que sí se oxida.

-¡Pues yo le digo a usted que no se oxida!” (Op. cit. Pág. 69)

Tampoco falta el relativismo cultural: “Yo estaría de acuerdo con todas sus conclusiones [de los arqueólogos] si ellos se aviniesen a aceptar que en alguna época, en algún lugar de nuestro pasado tuvieron que producirse visitas extraterrestres, aunque no se hayan desenterrado aún los testimonios de tales visitas.” (Op. cit. Pág. 61).

También hay ejemplos de cómo eludir una pregunta: “-¿Podría citar algunos ejemplos?

-¡Podría, en efecto, pero prefiero no hacerlo!” (Op. cit. Pág. 47).

De cómo no contestar a lo que realmente se le ha preguntado: “Hace algunos años, el autor del manual Recuerdos de la realidad afirmó que había tomado usted largos pasajes de su primer libro a Robert Charroux. ¿Qué nos dice de esas acusaciones de plagio?

-Evidentemente, conozco esas acusaciones, que no adquieren más actualidad por el hecho de algunos traten de resucitarlas de vez en cuando. ¿Me permite que le pregunte si ha leído usted algún libro de Robert Charroux?
[...]

-No ha contestado a mi pregunta. ¿Qué opina de las acusaciones de plagio? Eso es lo que deseaba saber.

-Entre los años 1960 y 1965 escribí varios artículos en diferentes periódicos y revistas sobre el tema que luego pasaría a desarrollar en mi libro. [...] ¡En aquel entonces Charroux era un desconocido!” (Op. cit. Págs. 13-14). Aunque no sea necesario, quiero hacerles notar que la acusación previa no es que tratase los mismo temas que el Sr. Charroux sino “que había tomado usted largos pasajes de su primer libro a Robert Charroux.” a lo que no respondió en modo alguno.

Incluso hay ejemplos de respuesta con una falsedad evidente: “Se nos dice que la Gran Pirámide consta de unos dos millones y medios de sillares [...] he aquí que según los arqueólogos, la construcción de la gran Pirámide bajo las órdenes del faraón Jufu (Kefrén), [sic en el texto citado] no pudo durar más de veinte años. [...] Dos millones y medios de sillares, divididos entre veinte años, nos dan ciento veinticinco mil piedras trabajadas al año. [...] Admitamos que se trabajasen trescientas jornadas al año. Por tanto dividamos los ciento veinticinco mil sillares entre trescientos días, de lo cual nos resultará una producción diaria de 416,6 piedras labradas. [...] divididas entre doce horas, vienen a dar treinta y cuatro piedras por hora, aproximadamente. Reduciendo estas minutos tenemos un destajo de ¡un sillar de piedra pulido y terminado cada dos minutos! [...] mis cálculos encierran un error muy gordo. Hemos supuesto que las piedras estaban allí...” (Op. cit. Págs. 63-64).

En efecto, sus cálculos encierran un error muy gordo, pero no es ése sino que la gran Pirámide no fue construida por una sola persona. En ningún momento divide el trabajo entre el número de trabajadores. Vean la diferencia si hubiera dicho: nos dan ciento veinticinco mil piedras trabajadas (y colocadas) al año lo que dividido entre los 20.000 trabajadores que se calcula formaron la mano de obra nos da 6,25 sillares trabajados (y colocados) por año y trabajador. La supuesta imposibilidad se va al garete, claro. Este otro tampoco es manco: “También es absurda la tan repetida afirmación de que los isleños [de Pascua] quisieran representar a sus antepasados. Contemplen ustedes esas cabezas de robots, con su frente baja, su boca de labios delgados, su larga nariz y sus ojos hundidos.” (Op. cit. Pág. 73). Con esos mismos argumentos, “Las señoritas de Avignon” pueden ser el retrato de un grupo de marcianos en vez del de un grupo de prostitutas de un burdel de la barcelonesa calle de Avignon.

Sospecho que este nuevo ejemplo haga “gozar” por igual a astrónomos y geólogos: “-...un planeta ha de tener un determinado tamaño, pues de lo contrario le falta la gravitación suficiente para retener una atmósfera. Por consiguiente, me dijeron, un planeta tan pequeño como el que resultaría de unir las masas de los asteroides no habría podido albergar vida de ningún tipo.”

“-...quiero dejar bien sentado que los fragmentos hoy existentes en el cinturón de asteroides no permiten afirmar o negar si el planeta que estalló era, igual, mayor o menor que la Tierra.

Suponga que la Tierra estallase como consecuencia de alguna catástrofe cósmica. ¿Qué ocurriría entonces? Como es sabido, el manto está formado por una capa muy delgada, mientras que el núcleo, que representa la mayor parte de la masa terrestre, lo forman gases líquidos [sic en el texto original] de muchas clases. ¡Con la explosión, estos gases se dispersarían en el Cosmos! (Op. cit. Pág. 120).

Después de esto, supongo que no les extrañará que también emplee la argumentación ad hominem pese a su afirmación de que: “Soy muy escrupuloso, tal vez más que mis adversarios, en cuanto a respetar las afirmaciones de los demás.” (Op. cit. Pág. 59). Su respeto puede comprobarse en los siguientes párrafos: “-Eso de escribir tantos ‘bestsellers’, ¿no será un timo para sacarle el dinero a la gente? Eso es lo que dice Pieter Coll en su libro Negocios con la fantasía.

-No conozco a ese señor. A lo mejor fue lo que lo que se propuso él cuando empezó a escribir.” (Op. cit. Pág. 15); “Deben de saber ustedes que en el ramo de la ciencia ficción hay muchos lunáticos, entre los cuales destacan los de cierta especie que se cree terriblemente inteligente e incisiva, pero que se limita en realidad a cultivar una variante superada del marxismo.” (Op. cit. Pág. 19); “Aunque no conozco personalmente a (Carl) Sagan [...] Lo que no me gusta de él es su arrogancia científica. Esta impresión coincide con lo que me dijeron algunas personas que le conocían: es demasiado engreído, como si le hubieran dado más inteligencia con el biberón que a mil hijos de vecino. Se siente superior a los demás.” (Op. cit. Pág. 41); “pocos son los críticos que se leen los libros de verdad y por entero. [...] Esto permite además otra observación divertida: siempre hay un adelantado o semiadelantado que se da el tono, y sus epígonos (que así se llama a los hombres insignificantes que siguen la huella de otro más destacado) se limitan a repetir como loros lo que ha anunciado el primero. ¡A eso llaman luego valentía y originalidad!” (Op. cit. Pág. 43).

Claro que al final tanta discusión y tanta triquiñuela para intentar zafarse de críticas y reconocimiento de errores es inútil: “¿Es que tiene alguna importancia para nuestra discusión el que yo me equivoque o no? Yo no hago sino defender unas opiniones que son mis opiniones tal y como han venido consolidándose durante los últimos veinte años.” (Op. cit. Pág. 113).

INVESTIGANDO, QUE ES GERUNDIO
La razón para que no importen los errores está clara si observamos el cómo surgió su teoría, cómo busca las fuentes, cómo las somete a crítica... En suma, su método para elaborar y corroborar una teoría. Veamos de dónde le vino la inspiración: “Para ser exactos, vaya por delante que la idea de la visita de seres extraterrestres no es nueva, ni tampoco mía. Ha venido apareciendo en la literatura de ciencia ficción desde hace setenta años. Lo único que he hecho yo ha sido recogerla y aportar nuevos argumentos a su discusión.” (Op. cit. Págs. 39-40).

La búsqueda de fuentes (dejando aparte el asunto de los libros de Charroux ya visto con anterioridad) se convierte en ofrecimiento de fuentes: “Esos lectores me escriben, y todos ellos reciben contestación aunque los hechos que me comunican ya sean conocidos para mí. Ahora bien, ese caudal de cartas que llega hasta mi mesa suele contener muchos datos interesantes.” (Op. cit. Pág. 11). Después de haber pedido mayores explicaciones al propio informante inicial “Cuando llego a la conclusión de que el indicio puede ser importante, señalo el lugar en el mapa con una banderita y lo incluyo en mi próxima gira.” (Op. cit. Pág. 12). ¿Cómo sabe si el indicio puede ser importante para asignarle la banderita correspondiente o no? “Pues bien, admito que algunas veces he actuado espontáneamente. Pero ello ha ocurrido siempre que mi olfato ha percibido el tufillo a cosa auténtica.” (Op. cit. Pág. 109).

El problema, claro, es que el olfato del Sr. von Däniken deja bastante que desear: "Tatunca recibió una cámara de manejo sencillo y, además un motor fuera borda nuevo para su barca. A finales de marzo, salió de Manaus con instrucciones de regresar dos meses más tarde. [...] El 10 de julio aterricé en Manaus. Tatunca aún no había aparecido. [...] Como a mediados de julio, Tatunca seguía sin aparecer, anulé toda la expedición. [...] precisamente el último día de mi estancia allí se presentó Tatunca con su barca por el río Negro. [...] y nos reiteró de nuevo sus manifestaciones acerca de los depósitos de material técnico de los dioses en la mencionada ciudad. [...] Tatunca notó mi desconfianza, y prometió hablar con sus sacerdotes aquella misma noche... [...] Tatunca dijo que los indios sabían comunicarse por vía extrasensorial o, como diríamos nosotros, telepática. [...] Dijo que todos los indios practicaban esa clase de comunicación telepática desde su primera infancia. [...] Al día siguiente, Tatunca se presentó con mucho aplomo y dijo que había conseguido explicar a sus sacerdotes que no podía presentarse ante mí con las manos vacías, pues el hombre blanco no le haría caso. Ahora, tenía permiso de los sacerdotes para aportar una prueba capaz de convencerme. [...] Hasta la fecha, Tatunca no se ha presentado con las pruebas prometidas. Sigo esperando." (Op. Cit. Págs. 107-108) Pues parece que va a tener que seguir esperando al menos mientras el indígena no necesite un motor fuera borda nuevo.

Cuando no suceden esos percances y el Sr. von Däniken se encuentran frente a frente a las pruebas ¿qué hace? Veamos lo que no hace: "-¿Procede usted a realizar excavaciones?

-No, pues ello está prohibido en todos los países." (Op. cit. Pág. 96). Asegura realizar "profundas investigaciones" (Op. cit. Pág. 95) que, además de profundas, deben ser rapidísimas:

"En Nazca he estado varias veces; la primera de ellas en 1966, y en esa ocasión la estancia duró quince días. En la isla de Pascua he estado dos veces, que sumarán unas tres semanas en total." (Op. cit. Págs. 95-96).

Tanto esfuerzo empleado en la obtención de pruebas debe haber sido coronado por el éxito ¿no? Pues más bien no: "Yo distingo tres clases de pruebas: Están en primer lugar los indicios, o sea las pruebas circunstanciales, como las reunidas por mí acudiendo a las más diversas tradiciones. Luego aparece la prueba aleatoria, con lo que me refiero a los objetos eventualmente dejados por olvido... Y puede existir también una prueba intencionadamente dejada por los dioses. Creo que la prueba circunstancial ha sido aportada por mí en cantidad más que sobrada." (Op. cit. Pág. 127)

El que está sobrando es D. Erich porque los indicios no son pruebas, si éste reconoce que no ha sido capaz de aportar más que meros indicios, está claro que no ha probado nada aunque dé un salto al vacío para intentar que se acepte lo contrario: "Pues como aclaro en el prólogo, mi propósito era aportar indicios. La prueba de indicios es perfectamente admisible en Derecho como sabe. ¡Lo mismo ocurre en todos los dominios de la Ciencia!" (Op. cit. Pág. 150). y "...yo distingo dos clases de indicios: los primeros son los ópticos, quiero decir aquellas pruebas que se pueden ver y tocar; los segundos son los literarios, es decir, las tradiciones recogidas en los textos antiguos, libros sagrados, leyendas populares, cuentos y mitologías." (Op. cit. Pág. 150)

Claro que la culpa de que no pueda presentar pruebas sólidas es de los arqueólogos porque: "las exploraciones arqueológicas sólo han abarcado un 0,01 por ciento de la misma [de la superficie terrestre], aproximadamente. ¿No les parece que eso es muy poco? ¿No coinciden conmigo en que las probabilidades de haber hallado por casualidad una prueba también casual son ínfimas? A mí, desde luego, no me extraña que no se haya podido encontrar nada hasta el presente." (Op. cit. Pág. 128). Es decir, que él propone la teoría y deben ser los arqueólogos los que la demuestren. No crean que esto es una interpretación mía porque el propio Sr. von Däniken lo dice expresamente: "Aparte de que lo mío es sugerir posibilidades y no demostrar teorías..." (Op. cit. Pág. 168).

Una vez obtenidas las pruebas que son indicios, ¿qué hace? Atención: "Si esa pregunta pretende enunciar una crítica, pues bien, acepto esa crítica. El volumen de información es tanto que no me queda más remedio sino proceder igual que la ciencia establecida, la cual selecciona también sus datos. [...] Al fin y al cabo, lo que quiere un autor es documentar sus opiniones. [...] Además, lo que haya omitido yo por no arrojar piedras a mi propio tejado, lo encontrarán en los artículos y libros de mis adversarios cuando polemizan contra mí. Ellos están en su derecho si aducen lo que yo me callo..." (Op. cit. Pág. 13) y "Lo que me importa es la causa... mi causa". (Op. cit. Pág, 15).

¿Asombrados? Pues aún falta lo mejor: "Lo que no se puede hacer, sin embargo, es arrojar por la borda un indicio sólo porque las dataciones resulten contradictorias." (Op. cit. Pág. 153).

Por si faltaba algo, otro curso de relativismo intelectual: "Dejando de lado los resultados de las ciencias exactas, todo lo demás está sujeto a interpretaciones diferentes. En eso consisten precisamente las teorías, y como usted sabe, la teoría es la base de toda innovación en el campo de las ideas." (Op. cit. Pág. 169).

Después de este curso acelerado de "Cómo destrozar el método científico y seguir pretendiendo tener razón" ¿qué queda? "Entre los indicios ópticos considero tan importante la estela de Palenque, la carta polar del almirante turco Piri Reis, los trajes ceremoniales de paja de los indios kapayo brasileños y las muñecas katchina de los hopi norteamericanos como las incontables imágenes de seres provistos de cascos y parecidos a astronautas que se encuentran en tantas rocas, cavernas, bajorrelieves y esculturas. Entre las tradiciones, considero sin duda alguna que se lleva la palma el sensacional descubrimiento de que la mitología de los dogon africanos implica exactos conocimientos sobre el sistema de Sirio B." (Op. cit. Págs. 150-151).

VON DÄNIKEN Y OTRAS COSAS MENOS IMPORTANTES
Claro, que la vasta personalidad del Sr. von Däniken no se agota en el tema de los astronautas de la antigüedad. No se priva de opinar sobre otras cuestiones tanto esotéricas como de la vida normal. Veamos unos ejemplos:

Sobre la parapsicología, dice: "Hasta el presente, la investigación científica ha logrado aclarar y explicar algunos fenómenos parapsicológicos, por ejemplo, la telepatía. Sobre la base de estos conocimientos, ¿no sería posible que nosotros, los terrestres, lográsemos comunicar por medios parapsicológicos, quizá mediante la telepatía, con los extraterrestres?" (Op. cit. Pág. 16).

Sobre las experiencias de vida después de la muerte: "Todas las informaciones coinciden en un punto: los clínicamente muertos tuvieron conciencia del punto en que se disoció su yo. Pudieron observarse a sí mismos; tuvieron conciencia de ser algo distante de su cuerpo y perteneciente a otra realidad." (Op. cit. Pág. 17).

Sobre el Triángulo de las Bermudas: "...no estoy seguro de que los fenómenos descritos por los autores no puedan atribuirse, en último término, a causas naturales." (Op. cit. Pág. 44).

Sobre la videncia: "...estoy convencido de poseer algunas facultades extrasensoriales. No es que sea clarividente en el sentido convencional de poder contemplar con absoluta nitidez los acontecimientos futuros, y menos aún los de interés general o los tocantes a amigos y conocidos. Pero muchas veces he tenido presentimientos tocantes a mí mismo, que han resultado extraordinariamente exactos. " (Op. cit. Pág. 47).

Sobre los OVNIS: "...esos objetos desconocidos podrían ser cualquier cosa... globos sonda, nuevos prototipos secretos de aviones en vuelo de pruebas, descargas eléctricas u otros fenómenos naturales aún desconocidos." (Op. cit. Pág. 50).

Sobre política: "No me gusta la extrema derecha. [...] Pero aún me gusta menos la extrema izquierda. En los Estados donde gobierna, todo el mundo es mandado y espiado. Hacen llover leyes y prohibiciones. No puede uno viajar adonde quiera, ni leer lo que quiera." (Op. cit. Pág. 18).

Sobre religión: "-¿Es usted ateo?

-No, ni en el rincón más escondido de mi conciencia y mi corazón." (Op. cit. Pág. 17) y "Es en este punto cero de todo el devenir donde hablo, con el mayor respeto, de la Creación. Aquí las religiones nos hablan de Dios, pero siempre se trata del mismo fenómeno: la fuerza primordial, el gran secreto, el origen de todas las cosas. Aquí, precisamente aquí, está el lugar de lo que, a falta de una noción más exacta, llamamos Dios.

Confieso que durante mis años de búsqueda he perdido a la infinidad de pequeños dioses humanos; no así al arcano, al inconcebible Creador. Éste, por el contrario, se me hace más grande, más inalcanzable y remoto que nunca." (Op. cit. Pág. 18).

Por último, como prueba de sus profundos conocimientos incluso se atreve a opinar de problemas tecnológicos: "El error humano es posible en todas partes, pero estoy convencido de que no hay instalaciones más seguras que las centrales atómicas." (Op. cit. Pág. 29) y "-Quiero ser aviador y luego astronauta. ¿Cree que llegaré a vivir en la época de la navegación espacial, quiero decir, de los vuelos interestelares?

-¿Qué edad tiene usted?

-¡Dieciséis años!

-Si la humanidad no se destruye a sí misma, y si los científicos y técnicos consiguen realizar el desarrollo de modernas tecnologías que ya se vislumbran, sin duda podrá usted contemplar la época de los vuelos interestelares." (Op. cit. Pág. 49). Casi acierta.

CONCLUSIÓN
Después de todo esto ¿podemos llegar a alguna conclusión sobre el personaje? Al haber ido agrupando lo que en el texto original está desperdigado quedan claras algunas cosas. El señor von Däniken no tiene ni idea del método científico y, además, le importa un bledo el desconocerlo. Está convencido de lo que de dice, de que sus "indicios" y sus interpretaciones son tan validos como las pruebas que manejan los historiadores, arqueólogos... y que si éstos no lo aceptan así es por su defensa de lo ortodoxo a la que se contrapone su propia, osada y triunfante (en términos de libros vendidos y películas vistas) heterodoxia. Asegura que no le importa incurrir en errores porque éstos no afectan a su hipótesis, pero pelea a muerte cuando alguien le señala uno. Selecciona sólo lo que confirma la tesis que quería confirmar desde un principio y silencia lo que pueda contradecir su preciosa verdad.

En suma, pese a los disfraces que quiera ponerse, la obra de von Däniken no tiene nada ni de historia ni de ciencia. Lo suyo es esoterismo puro y duro... y lo triste es que, quizás, no se dé cuenta de ello.

© 2003 José Luis Calvo. Especial para Dios! Le agradecemos vivamente al autor su gentil colaboración.

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