[TECNOLOGÍAS ENIGMÁTICAS]

LOS EXTRAÑOS CILINDROS DE BAGDAD:
¿PILAS ELÉCTRICAS O... COCTELERAS?
Por Luis Ruiz Noguez

En junio de 1936, durante unas excavaciones en una colina de Kujut Rabua, una aldea al Sureste de Bagdad, territorio antigüamente ocupado por los partos, los trabajadores del Departamento Estatal Iraquí del Ferrocarril descubrieron una vieja tumba cubierta con una losa de piedra. Durante dos meses, el Departamento Iraquí de Antigüedades extrajo de allí artefactos fechados en el período de los partos (248 a. C. a 226 d. C.), un total de 613 abalorios, figurillas de arcilla, ladrillos cincelados y otras piezas. También hallaron un recipiente muy singular. Tenía forma de jarrón, de arcilla clara, en cuyo interior estaba fijado un cilindro de cobre, sujeto a la embocadura del cuello con asfalto, y en su interior una varilla de hierro...


El recipiente medía 13 centímetros de alto por 4 de diámetro, mientras que el tubo e cobre medía 9 centímetros de alto por 2.6 de diámetro. La varilla de hierro sobresalía 1 centímetro y daba la impresión de haber estado revestida de una fina capa de plomo.

El arqueólogo alemán Wilhelm König, entonces a cargo del Laboratorio del Museo Estatal de Bagdad en Irak, lo identificó como una probable pila eléctrica, en 1939. Describió su hallazgo en el 9 Jahre Irak, publicado en Austria en 1940.

De regreso al Museo de Berlín, relacionó el descubrimiento con otros cilindros, varillas y tapones de asfalto iraquíes similares; todos ellos con varillas delgadas de hierro y bronce. Concluyó que tantas como 10 “baterías” de estas habían sido unidas en serie para aumentar el voltaje producido, teniendo como objetivo inmediato proporcionar la corriente necesaria para el electrochapeado con oro y plata de la joyería local.

Las cosas quedaron así hasta que después de la Segunda Guerra Mundial, Willard Gray, ingeniero en electrónica del Laboratorio de Alto Voltaje, de la General Electric Company, de Pittsfield, Massachussets, fabricó un duplicado de estas baterías y las llenó con sulfato de cobre en lugar del desconocido electrolito supuestamente usado. La pila funcionó y generó entre uno y dos volts.

Para Köning y Gray no había nada más fácil que afirmar que estos recipientes eran pilas. Sin embargo, la hipótesis de las pilas es insostenible: no se encontraron restos, ni siquiera trazas, de ningún electrolito dentro de los cilindros de cobre. Si estos recipientes se hubieran utilizado como generadores de voltaje, deberían haber contenido algún electrolito, el cual, aunque hubiese pasado mucho tiempo, se debería detectar en la actualidad. Además, tampoco se encontró el alambre necesario para hacer uso de las pilas.

El hecho de que al agregar sulfato de cobre como electrolito se haya generado una diferencia de potencial de 1.5 volts, no implica que realmente se hubiesen utilizado como baterías, ya que cualquier otro objeto que contenga dos metales y un electrolito puede generar un voltaje.

Todo aquel que tiene nociones de electroquímica sabe que, de acuerdo con la serie electromotriz, cuando dos metales diferentes se ponen en contacto, en presencia de un electrolito, se forma un par galvánico, generándose un flujo de electrones del metal más activo o anódico hacia el metal más noble o catódico, con la consecuente disolución del primero, y la generación de una diferencia de potencial o voltaje. Este voltaje depende de muchas variables: relación entre las áreas anódica y catódica; concentración del electrolito; temperatura; presión… Un área catódica grande (el caso de las pilas de Bagdad), por ejemplo, puede generar una corrosión acelerada en el ánodo, disolviéndolo hasta hacerlo desaparecer.

Para la electrodepositación lo importante no es el voltaje sino la intensidad de corriente. Consideremos el siguiente modelo para explicar estos dos conceptos: El voltaje o diferencia de potencial sería la altura a la que vamos a colocar nuestras gotas de agua; la intensidad de corriente son las gotas de agua. Aún cuando coloquemos una gota de agua (baja intensidad de corriente) en el Everest (alta diferencia de potencial), no podrá mover la rueda del molino. Por otra parte, si dejamos caer un buen volumen de agua (alta intensidad de corriente) desde medio metro de altura (bajo voltaje), la rueda se moverá muy fácilmente.

Luego, la idea de Köning de colocar estas “pilas” en serie, producirá un gran voltaje pero una baja intensidad de corriente, lo que impedirá que produzca la electrodepositación.

Para electrodepositar un metal sobre otro es necesario seguir varios pasos, una simple pila (o varias) no funciona. El proceso normal lleva varias etapas:

Desengrase
Lavado
Decapado
Neutralizado
Lavado
Plateado (dorado, zincado…, según el metal que se quiera depositar)
LavadoSecado

Si no se siguen por lo menos estas etapas (algunos procesos comprenden varios ciclos de lavado), no se puede conseguir una pieza electrochapada. Esta tecnología aprovecha que los metales que funcionan como ánodos se reducen (disuelven) al paso de la corriente eléctrica, yendo a depositarse en el cátodo (la pieza que se va a recubrir). Pero si esta pieza tiene grasa, está contaminada, no posee un perfil de anclaje, o el medio electrolítico no tiene el pH adecuado, el electrochapado no se verifica. Dudo mucho que los partos hubieran llegado a este refinamiento tecnológico.

Todavía más, dependiendo del electrolito usado y, como ya dijimos, de otros muchos factores, la intensidad de corriente será más o menos elevada. Teóricamente con esa configuración y utilizando vino como electrolito (reacción en medio ácido), la intensidad de corriente puede ser de 0.01 amperes, un buen amperaje en las condiciones ideales.

Hagamos un ejercicio de cálculo. Suponiendo que no exista polarización de la pila (que funcione por un tiempo infinito), ¿Cuántos coulombs se necesitarían para depositar 10 gramos de oro y qué cantidad de corriente será necesaria para hacer esta electrodepositación en un día? El primer valor lo podemos obtener a partir de la fórmula del equivalente electroquímico

a = m F/Q
a = equivalente electroquímico
m = masa
F = constante de Faraday (96500 C)
Q = cantidad de corriente (Coulombs)
Q = (10 g)(96500 C)/197 = 48984.77 C
I = Q/t
I = intensidad de corriente (Amperes)
t = tiempo (segundos)
I = 0.057 A

Pero, como decíamos, esas pilas pueden generar, teóricamente 0.01 A, entonces, para depositar 10 g son necesarios casi 6 días de trabajo continuo.

Para el caso de la plata, el asunto empeora. Se necesitan poco más de 10 días.

Esto es en condiciones teóricas, en la práctica el tiempo se puede duplicar o triplicar.

Dudo mucho que los partos tuvieran esta tecnología. No creo que las “pilas” se hayan utilizado con fines electrolíticos. Pero los objetos generan un voltaje, dirán los que apoyan estas teorías exóticas.

Si, pero ¿para qué les serviría un voltaje de 1.5 V? ¿Acaso tenían lámparas sordas o radios de transistores? Si es así, nunca se han encontrado esos aparatos. Como tampoco se han encontrado los alambres necesarios para hacer esas conexiones, y lo que es peor, nunca se ha encontrado una sola figurita electrochapada.

Esas piezas se han interpretado desde la óptica actual. Como parecen una pila y están constituidas por dos metales, lo más fácil es pensar que son una pila. Pero también parecen cocteleras, con la varilla de hierro como agitador. Es más: si agregamos el mismo vino que utilizó Gray, y condimentos al gusto, cerramos el recipiente, y agitamos, obtendremos un cocktail.

Pero ni esta opción me parece factible. La configuración, la relación de tamaños entre los electrodos y el comportamiento del par galvánico (Cu/Fe), agregando vino, vinagre u otro ácido, produciría la rápida desaparición de la varilla de hierro (no creo que llegue a durar más de 1 año). No obstante esas varillas han llegado hasta nuestros días, clara muestra que no se utilizó ese par galvánico.

Entonces ¿cuál era su utilidad? Eso yo no lo sé. No voy tan lejos.

Luis Ruiz Noguez © 2002. Especial para Dios!

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