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EXORCISMOS: UN FENÓMENO QUE CRECE
Por John W. Fountain
La Arquidiócesis de Chicago designó a un exorcista por primera vez en sus 160 años de historia. Y la Diócesis de Nueva York ya tiene cuatro especialistas. La Iglesia Católica aconseja antes que nada visitar a un medico.
Aún en los inicios del siglo XXI, hay quienes sostienen que existen demonios que atormentan y se manifiestan con convulsiones violentas a través de la gente que logran poseer. Espíritus malvados, dicen, que pueden apoderarse de las personas y hacerse oír en idiomas extranjeros.
Esa creencia llevó a la Arquidiócesis de Chicago a designar, en 1999, un exorcista por primera vez en sus 160 años de historia. Por la misma razón, el reverendo Bob Larson, un predicador evangelista que dirige un ministerio sobre exorcismo en Denver, ofrece conferencias sobre “Libertad espiritual” en Chicago.

Larson, que tiene 40 “equipos de exorcismo” en los Estados Unidos, dice que su objetivo es que “nadie esté a más de un día de distancia de una ciudad en la que pueda encontrar un exorcista. No hay por qué alarmarse. Está en la Biblia. Cristo lo enseñó”.

¿QUIÉN ME QUITA ESTE DEMONIO?
Según aseguran los expertos, la cantidad de exorcistas y exorcismos aumentó en los Estados Unidos en los últimos 10 años. Mientras la Arquidiócesis de Chicago tiene un exorcista oficial, la Diócesis de Nueva York tiene cuatro, entre ellos el reverendo James LeBar, su principal exorcista. En cambio, la Arquidiócesis de Chicago no reveló la identidad de su exorcista, para mantener la privacidad de quienes buscan sus servicios.
“Es un fenómeno que crece” dijo Michael Cuneo, sociólogo de la Fordham University. Cuneo habla de una "red subterránea" de exorcistas que suman alrededor de 100 y de una “asombrosa variedad de exorcismos que se están llevando a cabo”.
Además de los exorcismos católico-romanos, una cantidad desconocida de ceremonias de limpieza espiritual son practicadas por curas no aprobados por la Iglesia y por ministros evangélicos y carismáticos episcopales, explicó Cuneo, que pasó dos años estudiando el tema y dijo haber presenciado más de 50 rituales de este tipo. Entre los factores que estimulan el incremento de los exorcismos está la creencia por parte de algunos de que el mal cada vez abunda más en el mundo.

UN FANTASMA DE REGRESO
En los años 60, dijo Cuneo, “el exorcismo había desaparecido en los Estados Unidos. Era un fantasma en extinción”. Y agregó: “la gente no corría a que le expulsaran los demonios”. Pero en 1973, la película “El exorcista” cambió el panorama. La película, reestrenada en 2001, dio lugar a una ola de filmes relacionados con la posesión del demonio y el satanismo. Para mediados de los 80, dijo Cuneo, hubo una proliferación de exorcismos practicados por protestantes evangélicos.
Según los expertos, la gente que busca el exorcismo ya agotó los medios convencionales de aliviar un torbellino interior que los perturbó durante suficiente tiempo y, por lo general, exhiben un comportamiento violento o anormal. La Iglesia Católica Romana exige que un médico descarte la existencia de un problema médico o psicológico antes de considerar el exorcismo. Toda esa gente que está “tan herida y quebrada, ya sea por adición a la droga o por un abuso sexual serio, es gente increíblemente desesperada que no tiene otro lugar adonde recurrir”, dijo Larson.
En un exorcismo, el exorcista invoca el nombre de Cristo, bendice a la persona poseída, recita pasajes bíblicos y le ordena al espíritu del mal alejarse. Cuneo dijo que la mayoría de los exorcismos no son una cuestión privada entre cura y paciente. "Aquí hay seres queridos y un grupo de apoyo; la gente reza por uno y uno pasa a ser el centro de atención", dijo. El exorcismo “puede provocar llanto y gritos, a veces la gente se tira al piso, se arranca el cabello, la ropa, regurgita, y hasta se golpea”.

POCOS PERO REALES, SEGÚN LA IGLESIA
“Hay personas que hicieron terapia”, dijo Larson. “Recibieron atención médica y nada solucionó su problema. No les decimos que esto se soluciona fácilmente. Lo que les decimos es que si uno tiene un demonio, todas las modalidades de terapia lo van a llevar hasta ahí. No pasarán ese obstáculo que le impide a uno llegar a cualquier parte”.
En enero de 1999, el Vaticano emitió un rito católico de exorcismo actualizado por primera vez desde 1614, donde reafirmaba, esencialmente, que Satanás existe. Las nuevas reglas exigen que los exorcistas aprobados por la iglesia consulten con la medicina moderna y descarten la posibilidad de un desorden mental o físico. Un exorcismo practicado en la Iglesia Católica Romana debe estar aprobado por un obispo y sólo una cantidad relativamente pequeña de casos investigados, en realidad, terminan en un exorcismo pleno. De hecho, el Vaticano dio a conocer nuevas normas destinadas a frenar los exorcismos no autorizados, donde declara que los exorcismos deben adherir al rito actualizado emitido ese año.
“Podría ser perjudicial hacer un exorcismo prematuramente”, dijo el reverendo Robert Barron, un teólogo de la Arquidiócesis de Chicago. “Uno siempre agota las posibilidades médicas, fisiológicas, psicológicas y psiquiátricas y sólo después se alienta la posibilidad de practicar un exorcismo”.
“Enfrentar el demonio es un trabajo desagradable”, dijo Larson. “El demonio es desagradable. El mal es desagradable. Cuando uno llega a lo que yo llamo mal extremo en estado puro, la situación no es agradable”.

Primera publicación: The New York Times. Traducido al español por Claudia Martínez. Publicado en el diario Clarín, Buenos Aires, 18 de diciembre 2000 (http://www.clarin.com/).

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