[OPINIÓN]

MEMORIA DEL FUEGO
Por J. Gordon Melton

El final en llamas del Rancho Apocalipsis, el templo donde murieron David Koresh y sus seguidores fue resultado de un matrimonio de conveniencia entre agencias del gobierno y un grupo anti-sectas. Y el desastre sucedió a partir de dos factores cruciales: ignorancia e impaciencia.


Cuando el caso de Waco estalló en febrero de 1993, me pregunté: ¿Por qué razón el ATF (Bureau of Alcohol Tobacco and Firearms - Oficina para el Alcohol, el Tabaco y las Armas de Fuego) lanzó una incursión tan desastrosa y temeraria? ¿Qué estaba diciendo en verdad David Koresh? ¿Qué pasó para que empezara el tiroteo? En las ruedas de prensa diarias no se podía confiar: el FBI había decidido controlar el acceso a Koresh, y difundir a la prensa y al público sólo lo que querían. De hecho, luego se comprobó que el FBI dijo mentiras a conciencia para despistar a Koresh, que también las estaba mirando.

En 1990, algunos ex-miembros se organizaron en torno a Marc Breault, un antiguo líder del grupo. Aunaron fuerzas y comenzaron un ataque sistemático contra Koresh. El rencor de algunos ex miembros estaba justificado. Sin embargo, lo que los movía a actuar era el histórico anuncio de Breault de que Koresh tenía planes de sacrificar a un niño siguiendo el modelo de Abraham e Isaac en el Antiguo Testamento. En las denuncias no había datos sobre los que pudieran actuar las autoridades legales. Sin importar lo moralmente reprobables que pudieran ser para algunos la vida sexual de Koresh y los davidianos, ninguna conducta era ilegal. Mientras Breault se vinculaba con el FBI y varios parlamentarios, Koresh desarrollaba la base financiera de su comunidad y entró en el negocio de las armas.

SIN EVIDENCIAS
El Waco Tribune-Herald inició un investigación sobre la vida en el complejo davidiano. La Justicia actuó ante denuncias de abuso de niños y no hallaron evidencias. La policía visitó varias veces el bastión e investigó los rumores sobre posesión de armas ilegales. No encontró armas de ese tipo.

Pero el ATF tenía un severo problema de tiempo. Corrían rumores de que se avecinaba una reducción presupuestaria y había varias propuestas para disolver el ATF y trasladar sus funciones al FBI. En marzo de 1993 se iba a realizar una audiencia legislativa para analizar su presupuesto. Necesitaban algo impresionante y eligieron a los davidianos.

Los agentes se alimentaban con la retórica del grupo anti-sectas Cult Awareness Network (Red de Concientización sobre Cultos, CAN). Las transacciones de armas existían. Pero tampoco eran ilegales.

Luego el ATF concibió un plan de asalto. Convocó agentes de todo el país, fabricó la historia de que los davidianos estaban ligados al narcotráfico y se comunicó con un juez para conseguir una orden de allanamiento: una de las acusaciones era hacer conversiones ilegales de armas... en formas que eran imposibles de realizar.

Si esa orden se hubiera conocido, habría demostrado que el ATF había fracasado en su empeño de establecer una causa razonable. Pero el tiempo se acababa. La audiencia presupuestaria se aproximaba velozmente.

El 28 de febrero, el ATF abrió el juego. Organizado por el motivo equivocado, con una planificación deficiente, basado en datos imprecisos, el asalto fue un desastre.

No importa quién disparó primero: ambas partes creyeron que fue la otra. El ATF seguía órdenes. Los davidianos actuaron para proteger a sus esposas e hijos de la invasión armada de su hogar.

Si el objetivo era apresar a Koresh y buscar armas ilegales, se podría haber cumplido arrestándolo cuando saliera de la ciudad. Pero el allanamiento pacífico del complejo no habría satisfecho los propósitos del organismo.

El ATF se retiró del lugar y, pocos días después, fue remplazada por el FBI. Rápidamente, el FBI demostró ignorar todo acerca del estilo de vida de Koresh y sus seguidores.

Como el ATF, el FBI escuchó y aceptó los consejos de la CAN, que se convirtió en responsable moral, si no criminal, del final en llamas.

El FBI tenía el control de la situación. Los davidianos, en cambio, no tenían a dónde ir más que a sus brazos. La impaciencia los condujo a sus muertes. Y la impaciencia engendró negligencia.

(*) Este texto es un resumen del epílogo de la obra colectiva From the Ashes - Making sense of Waco. James R. Lewis Editor. Londres, 1994. Traducido del inglés por Jorge Martínez © J. Gordon Melton

Primera publicación: Sección "En trance", diario La Prensa. Buenos Aires, 23 de abril de 1995.

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CAN (Cult Awareness Network - Red para el Conocimiento de las Sectas)
Oficina del Alcohol, Tabaco y las Armas de Fuego (ATF).

 

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