Agpaoa, Tony (1939-1982)
Médium, “cirujano psíquico”. Filipinas

Hasta comienzos de los ’80 fue el “sanador filipino” más famoso del mundo, especialmente desde que, en 1967, el esoterista norteamericano Harold Sherman publicó “Wonder Healers of the Philippines”, importando la polémica a Occidente. Hoy, el nombre de Agpaoa no aparece o aparece citado tangencialmente cada vez que un autor convencido de la eficacia de esta clase de “tratamientos” aborda el tema: no es buena propaganda que la vida de quien fuese uno de los principales referentes de la “cirujía psíquica a la filipina” esté signada por el fraude, más cuando la seriedad de algunas o la mayoría de tales acusaciones fueron reconocidas por los propios partidarios de la existencia de un auténtico enigma en los casos de “curación paranormal”.


Tony Agpaoa nació el 2 de junio de 1939 en Rosales, Pangasinan, una ciudad de 5.000 habitantes, situada entre Manila y Baguío City. Hijo de un granjero, sólo recibió la educación básica. En 1960 llegó a Quezón, a unos 7 kilómetros del sur de Manila con su esposa y su hijo. Allí abrió una pequeña delegación de la Unión Espiritista Cristiana de Filipinas (UECF), donde atendía entre 20 y 50 pacientes diarios, a quienes les dedicaba entre cinco y diez minutos por turno.
El Antropólogo Social Ignacio Cabria García, que investigó el tema mientras fue funcionario en el consulado español en Filipinas, concluyó que "fue Agpaoa quien convirtió la cirugía psíquica en un espectáculo y negocio". (1) Según el propio Agpaoa, su iniciación en la curación, como en el caso de los de otros curanderos, vino de una experiencia visionaria que tuvo a los nueve años, cuando se le apareció el espíritu de un difunto (al que Agpaoa llamaba Tata), quien le daba las instrucciones para curar. Cabria también comprobó que tanto él como otros cirujanos psíquicos aprendieron el oficio de Eleuterio Terte, a quien se señala como el primer curandero local a quien se le atribuyó la capacidad de abrir el vientre del paciente sin sutura, cicatriz ni causar dolor. Terte era un médium residente en Pangasinán, quien en 1940 fue acusado de ejercicio ilegal de la cirugía por la Asociación Médica Filipina. Christian de Corgnol, en su sensacionalista obra de divulgación “Los sanadores filipinos” (1992), coincide en que Tony frecuentaba circulos espiritístas y “aunque hoy lo niega, parece que también trabajó con Eleuterio Terté, al menos según afirma éste” (2).

PROYECCIÓN INTERNACIONAL
Agpaoa pretendía, como luego la mayoría de los más populares cirujanos psíquicos filipinos, “penetrar con los dedos en el interior de los cuerpos de sus consultantes para extraer tumores o tejidos”. Luego, claro, “no quedaba ninguna cicatriz ni otro rastro sino algunos coágulos de sangre”. A fines de los ’60 Agpaoa, gracias al libro y los documentales de Sherman, ya era una celebridad. Sus pacientes, todos turistas norteamericanos, europeos o procedentes de Asia Central, se amontonaban frente a su clínica. Al parecer, por entonces los miembros de la UECF rechazaban las donaciones. Tony fue acusado de aceptar dinero de los enfermos y fue expulsado. “Es preciso consignar -escribe de Corgnol- que mientras tanto las costumbres han cambiado; sin duda la UECF acabó por darse cuenta de las posibilidades de desarrollo que el dinero daría al movimiento”. Así, Tony fundió la Iglesia Filipina de la Ciencia y la Revelación (IFCR). Acto seguido, sus antiguos cófrades propagaron la versión de que “había perdido sus poderes”. De Corgnol -sin ocultar su admiración por el curandero- escribió que Tony se las arreglaba para postergar la operación tratando de persuadir a que sus pacientes “aceptaran varias sesiones diarias de masajes. Pagando, como se comprende con facilidad”. Luego, Agpaoa hizo construir el Hotel Diplomat, un “monasterio-albergue de cinco estrellas” sobre una colina de Baguío City, en Luzón, “que debió costarle varios millones de dólares”. De Corgnol subraya el contraste entre el lujo y la mugre, entre el altísimo precio y el pésimo servicio. También señala que Agpaoa es propietario de un nigh-club y su afición por las riñas de gallos y las carreras de caballos. También, el hecho de que no cura a quien no se ha alojado en su hotel.
Lo que no dice De Corgnol es quizá lo más importante: que sus alegados poderes curativos eran un fraude. Las técnicas de Agpaoa eran las mismas que aprendieron Alex Orbito, su sucesor al menos en lo que atañe al éxito comercial (3) y Emilio Laporga (4), “sanadores psíquicos” que siguen presentando sus shows pseudo-curativo en Filipinas y durante sus giras en Europa, Estados Unidos y América Latina.
Tampoco dice De Corgnol que investigadores escépticos como James Randi o el sacerdote jesuita Oscar González Quevedo apuntaron que sus trucos ya se habían detectado en las películas filmadas por su principal propagandista, Harold Sherman. También hay que decir que sus actividades fraudulentas fueron admitidas por investigadores habitualmente crédulos ante los prodigios paranormales, como Hans Bender o Stanley Krippner. Este último, por ejemplo, en la revista Humanistic Psychology, describió haber observado cómo Agpaoa “engañaba abiertamente durante la filmación de una operación psíquica” (5). Un amigo de Sherman, el médico neoyorkino Seymour S. Wanderman, dijo al regresar de Filipinas que “las manos de Tony no penetraban realmente en el cuerpo de los pacientes, la sangre no es auténtica y los tejidos ‘extraídos’ tienen un par de días y podrían ser de animales” (6).
Según James Randi, Agpaoa se sometió a una operación de apendicitis en San Francisco, Estados Unidos. Randi, irónico, se pregunta: “¿Por qué? Porque, según dicen, los curanderos no pueden usar sus poderes sobre sí mismos. ¡Pero Tony! ¡Existen docenas de ‘curanderos psíquicos’ a los que tú mismo le enseñaste este arte! Si hay aviones llenos de personas moribundas que vuelan hasta Filipinas en búsqueda del tratamiento, ¿por qué no aprovechas tú mismo esas maravillas?” (7).
En octubre de 1967, en los Estados Unidos, Agpaoa fue denunciado por fraude por varios de sus pacientes y fue arrestado por la policía. Pagó una fianza de 25.000 dólares y huyó a Filipinas. De regreso, la Asociación Médica Filipina intentó investigar las presuntas operaciones, pero no le fue permitido.
Agpaoa murió en 1982 de un derrame cerebral a la edad a los 43 años de edad.

[Por Alejandro Agostinelli. Este texto es parte del Proyecto Enciclopedia Multimedia de Fraudes, Mitos y Misterios. Exclusivo para Dios! © 2002 Todos los derechos reservados.]

Bibliografía:
1) Cabria, Ignacio “Los cirujanos psíquicos filipinos: entre la tradición y el negocio”. Pendiente de publicación (2001).
2) De Corgnol, Christian; “Los sanadores filipinos. La verdad sobre los doctores sin título que hacen milagros”. CS Ediciones, Buenos Aires, 1992.
3) Agostinelli, Alejandro; “Bienvenido el fraude”. La Prensa, Buenos Aires, 8-5-95.
4) Agostinelli, Alejandro; “Juegos de manos”. La Prensa, Buenos Aires, 13-3-95.
5) Krippner, Stanley. “Psychic Healing in the Philippines” en “Humanistic Psychology” vol. 16, núm. 4. (1976).
6) González Quevedo, Oscar; “Los curanderos”. Ed. Sal Terrae, Santander, 1977. Pp. 192.
7) Randi, James; “Fraudes Paranormales”, Tikal Ediciones, Girona, España, 1994.


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