En las biografías de numerosos santos,
la inmunidad de la que gozaban sobre los efectos del fuego se
explica como producto de una intervención milagrosa. Los
mediums y sujetos psi no les van en zaga: en el siglo XIX el célebre
médium Daniel Duglass Home
jugaba con tizones encendidos en sus manos. En los albores del
siglo XX no se alteró la regla. La "caminata sobre
el fuego" es un hecho que se repite en el mundo entero (Macedonia,
Algeria, Egipto, Polinesia, India, Sri Lanka...) y desde los tiempos
más remotos. Se practica sobre brasas, sobre piedras...
Desde hace algunos años la pirobatía también
invade Europa. Los seminarios que pemitirán, buena suma
de dinero mediante, la iniciación en el desarrollo de la
"energía vital" necesaria para dominar el fuego,
proliferan.
A menudo, el prólogo de las presentaciones
acerca de cómo pasar con éxito la prueba de la marcha
sobre fuego pretende que se requiere alcanzar un "estado
especial de conciencia". Las explicaciones para-científicas
más recientes insisten en el rol que juega un pensamiento
intenso sobre el tejido humano para que éste no arda al
exponerse al fuego.
Pero... se ha realizado la prueba que desmiente
tales tonterías. La explicación, convalidada por
la experiencia, es en sí misma antigua y se remonta por
lo menos a comienzos de este siglo.
¿En qué circunstancias el fuego "no
quema"?
La explicación se puede dar, como lo hicieron
Leikind y Mac Carthy, sobre dos planos: uno físico y otro
psicológico. En el primer caso, los autores se preguntan:
¿qué hace que el pié del caminante no se queme?
Y en el segundo, ¿qué siente, qué percibe el caminante
mientras camina sobre el fuego?
Observemos aquí el primer aspecto. ¿Por qué
son posibles estas caminatas?
La primera razón, a la vez la más importante,
es que los materiales sobre los que las personas caminan
tienen una débil capacidad calorífica y una
mala conductividad térmica, en tanto que las
plantas de los pies tienen una buena capacidad calorífica.
Aclaremos: la capacidad calorífica es la mayor
o menor capacidad que posee un cuerpo de encapsular la energía
bajo la forma de calor; la conductividad térmica es
la aptitud mayor o menor que posee un cuerpo de conducir, de trasvasar
o transferir calor en un sentido o en otro.
Tomemos el ejemplo clásico de la cocción de un
pollo. Todo, en el interior del horno, está, digamos, a
200º C. Sin embargo, al abrir el horno, ¿se preocupa usted del
aire a 200º C? En cambio, ¿quién no se cuida de tocar la
asadera, también a 200º C, donde está asando el
pollo, o al pollo mismo, que también sale con una temperatura
de 200º C? Todo el mundo sabe, por instinto (y sobre todo... ¡por
experiencia!), que diferentes materiales, llevados a la
misma temperatura, tienen diferentes capacidades bajo los efectos
del fuego. Los materiales también tienen diferentes
capacidades de transferir el calor. El pollo, por ejemplo, le
quemará menos que la asadera que lo contiene.
Capacidad calorífica débil: Significa
que los caminantes apoyan sus pies sobre cuerpos que contienen
una cantidad de calor relativamente débil por unidad de
volumen. Esto es lo que permite que no se caliente demasiado el
pié del caminante, que posee una mejor capacidad calorífica.
Es decir, que puede encapsular la cantidad cedida por el carbón
sin llegar a la temperatura de partida del mismo.
Conductividad térmica mala: Significa
que -mientras el caminante apoya el pie sobre las brasas, y su
pie absorbe una parte del calor contenido en las mismas-, esas
brasas y las adyacentes no pueden transferir con rapidez la energía
a la parte "fresca", es decir, al pie que la cubre (lo
que evita un aporte suplementario de calor al pie del caminante).
- El tiempo es también un efecto importante
(¡si deja la mano dentro del aire del horno un tiempo suficiente,
ella terminará cocida a punto!). Los que caminan sobre
el fuego, caminan: no se eternizan sobre las brasas.
- Otro factor adicional es el aislamiento: puede incluir
el grado de sal que contiene la piel, la callosidad
o la humedad (ni hablemos de los productos con que
se la puede untar). El espesor de la callosidad presente bajo
los pies es un factor importante, ya que ésta constituye
una protección adecuada.
- El estado "esferoidal" es un factor a evaluar
entre las explicaciones: arroje un dedal de agua sobre una plancha
de cocción cuando está apenas caliente o meramente
tibia. Verá al agua extenderse y evaporarse con rapidez.
Si, en cambio, la placa está muy caliente, la
misma cantidad de agua se reagrupará bajo la forma de
ampolla aplastada y durará un largo minuto. Estos
cambios en la duración se explican por el hecho de que,
en el segundo caso, el agua no está en contacto con la
plancha: una leve capa de vapor se desarrolló entre ambas,
y el vapor, como todo gas, tiene una débil conductividad
térmica.
De cualquier manera, parecería que este estado específico
no es un factor realmente significativo en la caminata sobre el
fuego. (Sí lo es, en cambio, en otro tipo de "milagros"
con fuego). Si bien es cierto que numerosos caminantes humedecen
sus pies de una manera u otra antes de lanzarse a la prueba,
otros se los secan concienzudamente antes de la marcha, evitando
que las brasas se peguen a sus pies y los quemen.
QUÉ PUEDE HACER UN SIMPLE MORTAL
Mayne Reid Coe, uno de los primeros en ofrecer explicaciones del
fenómeno basadas en la experimentación, señaló
en 1957 que no era en absoluto necesario pensar en alternativas
"paranormales" para entender las caminatas sobre las
brasas y otras experiencias ligadas al fuego.
Es así que, por breves momentos, realizó, sin que
interviniera milagro alguno, los siguientes actos:
- tocó hierro ardiente con los dedos y con la lengua,
- corrió con los pies descalzos sobre un hierro al rojo
vivo,
- marchó sobre piedras ardientes,
- introdujo sus dedos dentro de plomo, de cobre y de hierro,
- se puso una pequeña cantidad de plomo fundido dentro
de la boca,
- caminó sobre un lecho de carbones ardientes, - colocó
su cara, sus manos y sus pies en el fuego por un corto momento.
De igual modo, el ilusionista francés Jean
Eugéne Robert Houdini, el padre fundador de la magia
moderna, cuenta en sus memorias cómo se lavó las
manos en una fuente de agua en fusión, a más de
1.600º C. De manera general, es mejor tocar objetos muy, muy calientes,
que objetos moderadamente calientes. Cuanto más calientes
estén, mejor se establece el estado esferoidal y su efecto
dura un tiempo mayor.
¿QUÉ MÁS DECIR?
Es preciso señalar igualmente que, en el caso del hierro
candente o de los metales fundidos, se trata de calor que se propaga
únicamente por radiación, por lo que el estado esferoidal
tiene suma importancia. En la combustión del carbón,
por el contrario, el calor se obtiene de la reacción química
(oxidación) y el estado esferoidal pierde importancia,
pues el contacto le priva del necesario combustible.
Tan es así que, al final, de una hoguera, cuando toda la
madera termina quemada y convertida en carbón, el colchón
de brasas es tan ardiente que resulta difícil aproximarse
sin que sintamos la necesidad de cubrir el rostro. En ese momento,
si se suprime el aire sobre los carbones encendidos, la intensidad
de la reacción baja inmediatamente. En ese estado, cuando
se camina sobre ellos, se los priva del aporte de oxígeno
y la incandescencia es momentáneamente interrumpida.
En síntesis, cualquiera puede caminar sobre brasas; aunque
hay un punto en el que hay que extremar las precauciones: nunca
se deben arrastrar partículas de brasas entre los pliegues
de la piel. No es para nada necesario poseer "poderes"
de ninguna naturaleza paranormal, áun cuando ciertas personas
se jacten de ello. Nada de lo concerniente a la caminata sobre
el fuego está más allá de la realidad.
El dolor (es decir, la percepción del daño corporal
sufrido, no el daño en sí) puede efectivamente silenciarse
mediante técnicas de distracción de la atención,
por ejemplo produciendo imágenes mentales de gran intensidad,
un esfuerzo físico, una respiración acelerada o aún
el canto. Del mismo modo, al hablar de "temperatura",
muchas personas entienden "calor", y es en este efecto donde reside,
tal vez, el núcleo del poderoso impacto psicológico
que provoca la marcha sobre el fuego. Por el hecho de que se le
adjudique una temperatura de varios cientos de grados, la gente
interpreta: "¡es un calor insoportable!" Olvidan simplemente que
si un calor infernal trae aparejada una alta temperatura,
una alta temperatura no supone necesariamente un calor enorme.
DESPUÉS DE LA TEORÍA ¡LA EXPERIMENTACIÓN!
Ciertamente, los participantes de una caminata sobre las brasas
también se queman (con menor frecuencia y provocando daños
de mucha menor gravedad de lo que es dable suponer a priori).
Pero el poder, o no-poder, mental o psicológico de la persona
quemada no tiene nada que ver, ya que no siempre todos los
parámetros son controlables.
El verdadero problema se presenta cuando la gente, honesta y sinceramente,
puede pensar que sin el seminario (pago) intensivo en el que ha
participado, o sin el auxilio mental del gurú, se hubiera
quemado cruelmente, o que las leves quemaduras experimentales fueron
producidas por sus mentes desconcentradas y por su propia culpa.
Pero la mejor manera de convencer al gran público de la validez
de nuestras propias afirmaciones, es hacer la demostración
en vivo. Así es como, en mayo del '92, al finalizar
una conferencia sobre los fenómenos paranormales, en la sede
del CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica)
en Marsella, Francia, y hallándome en compañía
de M. Antoine Bagady, profesor de karate
y récord absoluto de
caminata sobre fuego, me encontré con
mis pies desnudos frente a las brasas...
El hecho de saber que la física está de
nuestra parte no evita que uno se ponga sumamente nervioso antes
de pasar la prueba de los carbones encendidos a una temperatura
-medida- superior a los 800º C. Igualmente, esto aumenta la aprehensión
natural y uno sabe que, aún conociendo los principios implicados
para lograr cierto efectismo, existen diversas técnicas
o procedimientos (¡que los debutantes ignoran!) que se deben seguir
para correr el mínimo riesgo. Además, para rematarlo,
el apoyo de la encantadora mujercita no contribuye a apaciguar
esa extraña sensación en la boca del estómago:
"Si la cosa falla, no cuentes conmigo para empujar la silla
de ruedas..."
Es por eso que, para que "la fuerza esté conmigo",
he efectuado la caminata sobre
el fuego mientras leía el capítulo de mi
libro El corazón de lo extraordinario, que da la explicación
física del fenómeno. El problema fue que, con los
pies plenamente a salvo al fin de este cálido experimento,
me hago una pregunta inquietante: ¿y si mi libro da verdaderamente
el poder de caminar sobre las brasas?
Primera Publicación: El Ojo Escéptico N°
7/8, Año 3 Julio de 1993. Pp. 51-54. 1993 © Henri
Broch - Editado por el Centro Argentino para la Investigación
y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP). Traducido del
francés por Ellen Popper
BIBLIOGRAFÍA
Broch, H. (1991); "Au Coeur de l'Extra-Ordinaire", éd.
L'Horizon Chimérique, Bordeaux, France.
Cherfas, J. (1985); New Scientist, 20 junio, p. 26.
Coe, M.R. Jr. (1958); Journal of the American Society for Psychical
Research, vol. 52, N° 3, p. 85.
Dennet, M.R. (1985); Skeptical Inquirer, vol. X, N° 1,
Otoño, p. 36.
Gibson, W. (1987); "Les Secrets del grands magiciens", éd.
du Spectacle, Strasbourg, France.
Leikind, B.J., McCarthy, W. (1985); Skeptical Inquirer, vol. X,
N° 1, Otoño, p. 23.
Robert-Houdin. J.E. (1878); "Comment on devient sorcier".
rééd. Slatkine, Geneve, 1980.
Tiraspolsky, M. (1988); Karaté, N° 145, marzo, p. 27.
ENGLISH ABSTRACT
Fire walkers claim that a special state of consciousness is required
to achieve immu-nity from the effects of burning coal on human
tissue. Henri Broch, by walking on a path of fire at a proven
heat of 800 degrees centigrades proves that it can be done without
recourse to miraculous or psychic intervention, and explains how
he did it.
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