[DOSSIER]

CLONANDO NOTICIAS
EL SHOW RAËLIANO ¿DEBE CONTINUAR?
Por Alejandro Agostinelli
Raël debe su existencia a los medios, que ‘aman’ y ‘odian’ a su peculiar ‘religión atea’. Y si bien el anuncio de la clonación raëliana puede ser el mayor fraude platillista después de la ‘muñecopsia’ de Roswell, la historia que por ahora se puede contar es, sobre todo, un folletín cibermístico donde la parte del león se la llevan los medios y su hipocresía. Más cuando prevalecen otras razones -diferentes a la credibilidad de un acontecimiento- para que éste se difunda. Pero tarde o temprano, ‘la verdad’ acaba por imponerse. Al parecer, no importaba tanto el caso de ‘la primera clonación humana’ como el de la clonación de una ‘historia atractiva’. La noticia inédita, entonces, es la que protagonizamos desde los mismos medios, artífices de la realidad sobre la que pretendemos informar.


Cuando el 26 de diciembre de 2002 Brigitte Boisselier, obispo raëliana y directora científica de Clonaid, juró que en una de filial de su empresa fantasma había nacido Eva, ‘el primer clon humano’, la prensa mundial recogió sus declaraciones con excesiva generosidad. Mucho antes del lanzamiento en marzo de 1997 de Clonaid (a la que se presentó como una filial de Valiant Venture Ltd., establecida en Bahamas), Claude Raël Vorilhon venía pregonando la buena nueva, contando desde entonces con la voraz cobertura -a veces teñida de un escepticismo burlesco- de los principales medios. Pero la doctora Boisselier, cinco años después, hizo el sensacional anuncio con las manos vacías. Y lo mismo sucedió con el segundo, tercero, cuarto y quinto anuncio. A mediados de enero, la prensa parecía haber ‘perdido las esperanzas’ de que la empresa raëliana presentara evidencias, se aviniera a demostrar que había tenido éxito en sus experimentos con un test de ADN o, consuelo de tontos, permitiera entrevistar a un familiar de la niña. Ninguna promesa se cumplió. Los mismos medios que habían instalado la ‘noticia’ comenzaron a ‘darse cuenta’ de que cada centímetro, cada segundo dedicado al asunto eran publicidad gratuita y los principales beneficiados, la Iglesia Raëliana y Clonaid, no estaban dando el menor dato verificable a cambio. La información genuina sobre las pretendidas clonaciones brillaba por su ausencia, pese a lo cual la controversia perduró por semanas.

Los escépticos -científicos, periodistas y afines- salieron a conjurar la sensacional revelación y la cordura pareció coronar la batalla. Pero cinco días después un abogado del estado de Florida, Bernard Siegel, se presentó en un juzgado de menores de Fort Lauderdale para poner a la supuesta bebé clon bajo custodia judicial ante el riesgo de que el hipotético cobayo humano hubiera nacido con defectos genéticos. Así, la historia entró en un cono de sombra: si el test se realizaba, los raëlianos se exponían a que el posible fraude se develara y la madre del bebé perdiera la custodia. Si la motivación de los raëlianos era promocionarse, eximiéndose de presentar pruebas no corrían riesgos sino que obtendrían la recompensa que estarían buscando: la persistencia de la duda mantendría a la historia abierta y a sus protagonistas en el candelero. Y nadie que conozca lo suficiente la carrera religiosa de Raël ignora que el gurú de este culto platillista adora el adagio según el cual "Sólo hay algo peor que tener mala prensa, y es que la prensa no hable de ti" (1). Inesperadamente, Raël pidió suspender los exámenes de ADN que iba a controlar el físico Michael Guillen, ex periodista científico del ABC News. "(...) Estaba todo listo para demostrar al mundo la verdad. Entonces (al enterarme de la presentación judicial de Siegel), llamé inmediatamente a Boisselier y le dije: ‘Si existe algún riesgo de que le quiten la beba a su familia, es mejor perder la credibilidad. No haga el test’. Ella estuvo de acuerdo", expuso Raël, magnánimo, el pasado 2 de enero. Así, el recurso judicial acabó convirtiéndose en la coartada perfecta.

RAËL Y LA PRENSA: BENEFICIO MUTUO GARANTIZADO
No bien los escépticos ventilaron que Michel Guillen -el periodista científico elegido por los raëlianos para verificar la realidad de la presunta bebé clon- había incurrido en el pasado en serias faltas al rigor científico, éste comenzó a cubrirse las espaldas. El 6 de enero, el periodista se echaba atrás. "El clon humano -se atajó- puede ser parte de un elaborado engaño". (2)

Tras la demanda de Siegel, la deserción de Guillen y el repentino escepticismo periodístico, el altruismo de Raël comenzó a trastabillar. Porque sus siguientes declaraciones, más que disipar sospechas, las aumentaron, al punto de dejar flotando en el aire la posibilidad de que todo el asunto fuera una colosal bufonada. "Si no es verdad -declaró Raël-, se trata de la broma científica más bonita" (porque) "nos ha permitido comunicar nuestro mensaje" (3). Sus voceros luego ‘contextualizaron’ o minimizaron esta afirmación. Pero esa ambivalencia marketinera no pudo menos que recordar el espectacular cuento pergeñado por el productor británico Ray Santilli, quien en 1995 anunció poseer el primer film donde se probaba la captura de alienígenas en el desierto de Nuevo México: cuando sus críticos objetaban la calificación de los ‘expertos’ a los que recurría para avalar el video con la muñecopsia de Roswell, o cuando impedía un análisis imparcial del celuloide original, exclamaba: "Crean lo que quieran, pero para mí es auténtico".

Claude Vorilhon fue periodista y se mueve en los medios a sus anchas. Cuando el Movimiento Raëliano Internacional (MIR) se llamaba Movimiento para Recibir a los Elohim Creadores de la Humanidad (MADECH, 1974-1978), Raël era invitado a programas de TV donde anunciaba conferencias que luego daba a sala llena. Vorilhon era un ‘loco lindo’ a quien nadie osaba considerar ‘peligroso’. Ya en 1992, cuando decide cambiar Francia por Canadá, su culto había sido estigmatizado. Hasta los ’90, Raël no poseía ningún control sobre el contenido de las noticias que se publicaban sobre él. Las acusaciones de lavado de cerebro, libertinaje sexual, fascismo, satanismo, pedofilia e incluso antisemitismo estaban a la orden del día. En Europa, en fin, los raëlianos dilapidaban muchas energías en enviar cartas documento y en celebrar mítines de repudio contra el ‘racismo religioso’ de los periodistas (4).

En Montreal, Quebec, el maltrato de los medios no cesó. Pero el ambiente era más abierto. Desde 1992 decidieron lanzar una actividad anual concebida para atraer la atención de la prensa. La primera acción consistió en distribuir 10 mil profilácticos en señal de protesta contra la decisión de la Comisión de la Escuela Católica de Quebec de retirar expendedoras de condones en sus bachilleratos. Luego dieron conferencias a favor de la masturbación y Raël compitió en carreras automovilísticas, logrando una prensa más favorable. "Los periodistas canadienses -escribe Susan Palmer, profesora del Dawson College de Montreal- aplaudieron la posición anticlerical, prosexo y de liberación juvenil de los raëlianos. Los artículos publicados en 22 diarios fueron unánimemente compasivos, siendo, incluso, proraëlianos".

Así, el MIR comenzó a crecer. Que defendiera los derechos homosexuales, el aborto, el escupitajo en la hostia que constituía repartir preservativos entre los adolescentes católicos o convocar a los cristianos a la apostasía (5), despertó simpatías entre la juventud y estuvo entre las nuevas religiones más difundidas junto con los Testigos de Jehová y la Iglesia de la Cienciología. Sus iniciativas -‘originales y crocantes’, como escribió el sociólogo Alain Bouchard- fueron premiadas con amplias coberturas. En un estudio de 2001, Bouchard confrontó ‘los grandes hitos raëlianos’ con el tratamiento secticida de los medios y llegó a la paradójica conclusión de que son los periodistas, menos que los raëlianos, los dueños del show." (6)

¿PRUEBAS? ¿Y A QUIÉN LE INTERESAN LAS PRUEBAS?
En diciembre de 2002, con el anuncio del nacimiento de Eva, los raëlianos consiguieron colar un debate que para ellos era beneficioso incluso en la peor instancia posible. Por lo demás, si hubiesen debido pagar una campaña publicitaria convencional, no les hubieran alcanzado los 7 millones de dólares que -aseguran- reunieron ya para erigir la embajada donde esperan recibir a los Elohím (como llama Raël a los ET que la humanidad confundió con dioses). Y Raël volvió a demostrar que sabe cómo buscar titulares: en cada país donde presentaron una conferencia de prensa prometieron clonar alguna celebridad: Airton Senna en Río de Janeiro, al emperador de Japón en Tokio, a Gardel en Buenos Aires y, cuando estuvieron en Alemania, hasta a Adolfo Hitler, para que su clon tuviera el castigo que el original no recibió en vida.

Los medios le entregaron al MIR la cuota de difusión que tanto necesita y aquéllos, cuando ya ordeñaron el espectáculo lo suficiente, se retiraron relativizando la noticia que ellos mismos habían contribuido a construir. ¿El resultado? Un bucle hipócrita donde la información importa menos que el show, lo cual surge del aprovechamiento recíproco (culto-medios/medios-culto) entre una secta freak que cree a la clonación una herramienta sagrada y periodistas secticidas, que se burlan de un anuncio que antes tomaron en consideración. Cómodamente instalados en la lógica del mercado, Raël sólo quiere que se hable de él; y los medios, más puntos de rating o vender más ejemplares. Según el historiador de nuevas religiones Massimo Introvigne, quien lo entrevistó en dos ocasiones, Raël siempre fue más bien cínico respecto de sus propias profecías: no le interesa tanto tener buena prensa como llamar la atención. El gurú habría renunciado a la primera ilusión porque -sigue Introvigne- sabe que "nada puede evitar que hablen mal de él."

En 2001, Susan Palmer, quien investigó al MIR por catorce años, afirmó que si Raël lograba crear el primer clon humano ésta sería "la culminación de su visión milenarista". O, al menos, el cumplimiento de la primera mitad de su profecía, ya que la segunda y definitiva sería el desembarco en el 2035 de ‘nuestros padres extraterrestres’. La socióloga instó a no subestimar al gurú ni a su movimiento. "El curioso grupito platillista con que me encontré por primera vez en la Feria Psíquica de Montreal en 1987 -escribió- devino en la primera organización capaz de forjar una razón religiosa fundamental para la clonación. Esta motivación, y quizá sus recursos, produzcan el primer clon humano" (7).

Ahora, cuando el anuncio se concretó, cada día que pasa desmiente el vaticinio de Palmer y refuerza la hipótesis de fraude. No todos piensan así. Algunos críticos aún dan un margen de crédito al anuncio de Clonaid ya que -razonan- Raël no se arriesgaría a inmolar la credibilidad de su movimiento (a punto de cumplir 30 años) sin pruebas. Pero, confirmando la impresión de Introvigne, Raël hasta ahora no sólo no presentó evidencia alguna sino que hacerlo no es un asunto que le quite el sueño. Por eso resulta legítimo preguntarse si la creciente expansión financiera y humana de su odisea religioso-científica, la cual en gran medida descansa en el valor de su palabra, no habrá convencido a Raël de que el prestigio de su grupo puede salir indemne prescindiendo de los ‘criterios de prueba terrícolas’. Después de todo, el andamiaje doctrinario de Raël descansa en una ‘ciencia extraterrestre’ que -según pretende- ‘reemplazará a la religión’. Por lo mismo, Clonaid podría estar invocando criterios de verificación diferentes a los que conocemos. Esta idea -que para cualquier no raëliano es un disparate- entre los seguidores de Raël e incluso en audiencias permeables a la creencias heterodoxas puede parecer razonable. ¿Acaso el MIR no creció a expensas de afirmaciones aún más extraordinarias que jurar que sus científicos están clonando humanos? "Cuando la piel comenzó a recubrir la carne, pude ver a otro yo que se dibujaba poco a poco. En efecto, el ser que salió de la máquina era una réplica exacta de mí mismo", escribe Raël en su libro Los extraterrestres me llevaron a su planeta (8). Ese ‘experimento’ de ciencia ficción clase B se realizó ante el propio Yahvé (un ET que luego resultó ser su padre) poco antes de que le sugiriera dejarse acompañar por un robot que le iba a fabricar seis hermosas y sumisas muñecas con las que aseguró haber pasado "la noche más alocada de su vida" (9).

¿Cómo adivinar el envés de las jugadas de un profeta que armó su pequeño imperio en base a la provocación, el engaño y el desenfado? El MIR se postula como ‘el relevo natural de la Iglesia Católica’, la cual, con sus dogmas desfasados, su conservadurismo y su oleada de sacerdotes acusados de pedofília, enfrenta su peor momento. ¿Acaso Raël especula que sus inversores y su clientela, con quienes comparte la esperanza de un poco de eternidad, lo acompañarán en esta cruzada herética al precio de no hacer preguntas difíciles? Hasta ahora, el movimiento pareció prosperar en dirección a una respuesta afirmativa. Pero, sin pruebas, ¿se mantendrá la demanda de aspirantes a recibir los servicios de Clonaid? El sociólogo Michel Wieviorka, profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, piensa que sí: "Puede producirse la conjunción entre una demanda solvente y una oferta que reúna, por un lado, un tipo de razonamiento exento de conciencia de culpabilidad (...) y, por otro, la organización práctica, científica y médica capaz de garantizar el lanzamiento al mercado del servicio solicitado, en este caso la clonación. Estamos hablando (...) de varias (presuntas) cientos de parejas dispuestas a poner sobre la mesa 200.000 dólares cada una como candidatas a la clonación. En estas condiciones, el poder del dinero podría revelarse considerable, y siempre susceptible de prevalecer sobre las barreras políticas, jurídicas o morales que se le quisiera oponer". (10)

¿LA VERDAD? ¿Y A QUIÉN LE IMPORTA LA VERDAD?
Seamos claros: legitimar mediante argumentos falsos el estereotipo popular de la clonación (esto es, que clonar equivale a lograr réplicas genéticas indistinguibles del original) o pretender, como arriesgó Brigitte Boisselier, que es posible "transferir una personalidad a un nuevo cuerpo", ya constituía una estafa científica. Para decirlo en palabras de Josep Egozcue, catedrático de Biología Celular de la Universitat Autònoma de Barcelona, el planteamiento de eternización (en raëliano, elohimización, esto es: ser como nuestros ‘padres cósmicos’) falla por su base: "¿Es el clon una fotocopia de su modelo? Evidentemente, no. Igual que dos gemelos ‘idénticos’ no son idénticos, un clon no es igual a su modelo (...). Si los raëlianos consiguieran clonar eternamente, obtendrían individuos distintos y sucesivos, pero con una única memoria. O ninguna, si uno de ellos padeciese un Alzheimer precoz" (11).

Ahora bien, ¿cuánto le importaba la verdad pura y dura a los medios que amplificaron las promesas raëlianas? Convengamos que muy poco: una religión sui generis para la cual el hombre es creación alienígena y asegura clonar humanos como vía regia a la vida eterna sigue siendo -pese a cualquier desmentida- "un buen material". Pero además, ¿le importó descubrir ‘la verdad’ a la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. cuando allanó las oficinas de Clonaid en diferentes estados y luego informó no haber encontrado nada? ¿Acaso estos laboratorios no son parte de una empresa registrada? A nadie le consta: son clandestinos o hipotéticos, ya que -según Boisselier- funcionan en países donde "no existe legislación o no está expresamente prohibida la clonación humana". Por último, ¿le interesará ‘la verdad’ al canal Lifetime, que ya está rodando la novela raëliana, que si se realiza como los Elohím mandan puede dejar a Heredarás el viento a la altura de un capítulo de Bonanza? (*)

Lo que quizás esté sucediendo es que esa ‘verdad’ que todos dicen buscar pero que nadie encuentra, no es la verdad que a muchos nos gustaría conocer.

LA ISLA DEL TESORO, O UNA CASILLA POSTAL EN BAHAMAS
En enero pasado, Gabriel Barra, un chileno radicado en Suiza a cargo de la Iglesia Raëliana para Iberoamérica y España, dijo durante una conferencia de prensa en Buenos Aires: "A fines de 2003 nacerá el primer clon sudamericano en Brasil". A esa altura los periodistas estábamos saturados de ‘primicias alienígenas’. Aún así, los colegas se peleaban por volver a sus redacciones con declaraciones exclusivas del sacerdote platillista. Al parecer, los raëlianos, engolosinados con la prensa fácil, adoptaron el hábito de anunciar lo que les plazca sin presentar pruebas de nada, conscientes de que "de todos modos son noticia". Pocos medios renunciaron a la tentación de omitir de sus ediciones a un tema tan atractivo, pintoresco y provocador.

El 31 de enero entrevisté a Barra. El enviado de Raël, periodista como lo fue su gurú, compartió la idea de que los medios fueron ‘demasiado generosos’ con ellos. "Informan por las dudas", dijo. "Y cuando en una semana (¡sic!) demos las pruebas, tampoco nos creerán..." Se escudó de las suspicacias invocando que representa a una religión minoritaria. Si fuera un sacerdote católico, dijo, nadie dudaría de su honestidad. Le repuse que la religión, por definición, se sustrae de la verificación científica ya que promete el bienestar en un plano espiritual. Dicho de otro modo: si bien los raëlianos se definen como parte de una ‘religión científica’, sus actividades (prodigar promesas concretas que se habrán de resolver en la vida presente) exponen a sus afirmaciones más a la refutación de lo que sucede con las promesas trascendentales que caracterizan a las religiones tradicionales, las cuales prorrogan las ilusiones de una confirmación en ‘la otra vida’ o en esferas de existencia incontrastables (12).

La ciencia extraterrestre de Raël puede manipular criterios desconocidos para nos, humildes mortales, pero a él y a sus seguidores no les faltaron oportunidades para enseñar cuáles son esos criterios. Es decir: la Iglesia Raëliana -a los ojos de la vulgar ciencia humana- produce pseudociencia hasta que no demuestre lo contrario. De Raël apenas conocimos una sombra de su peculiar definición del concepto de prueba. Barra dijo: "La prueba no es más que un proceso de confianza". ¿Cómo es eso? Barra citó una respuesta que le oyó a su profeta: "En el siglo XXI, todo puede ser trucado". Ahora bien, si "todo puede ser trucado", cualquier intento de comprobación científica se convierte en un esfuerzo vano. Y, si nada puede ser probado, ¿qué importancia puede tener para Raël decir la verdad?

Durante la charla, casi al pasar, le pregunté por el estatus legal de Valiant Venture Ltd., la ‘empresa madre’ de Clonaid. "¡Ah! Era una casilla de correos que al movimiento le costó 2.000 dólares..." Barra sonrió. Después de todo, no estaba revelando nada que a Raël le interesara mantener oculto. En su libro Sí a la clonación humana, Raël escribe: "(Para instalar Valiant Venture en las Bahamas) necesité una inversión mínima para lograr una cobertura en los medios evaluada en 15 millones de dólares. Todavía me estoy riendo" (13).

Demasiadas risas para una religión cuyo futuro depende de persuadirnos de que sus proclamas científicas son algo más que magia disfrazada de ciencia.

(*) Alejandro Agostinelli es periodista y Editor General de Dios!

(**) Heredarás el viento es la película donde Spencer Tracy encarna a John Scopes, el célebre abogado que en 1925 -en una causa judicial conocida como 'el juicio del mono'- defendió la enseñanza de la evolución contra el Creacionismo en Dayton, estado del Tennessee, EE.UU.

Bibliografía

1) Introvigne, Massimo; "Los raëlianos, una religión atea tras el anuncio de la clonación", en Zenit [Zenit.org, 14/01/2003] http://www.cesnur.org/2003/mi_rael_es.htm#Anchor-49575

2) Pethokoukis, James; "Is Michael Guillen a Flake? Was the doctor who offered to check out the Raelian cloning claim attacked because of his personal beliefs?" en BeliefNet [http://www.beliefnet.com/frameset.asp?pageLoc=/story/119/story_11993_1.html&boardID=50527].

3) Cable noticioso difundido por la agencia AFP (20/01/03).

4) Palmer, Susan J.; "The Rael Deal", en Religion in The News, Vol. 4, No. 2, boletín editado por The Leonard E. Greenberg Center for the Study of Religion in Public Life - Trinity College, Hartford CT (2001). http://www.trincoll.edu/depts/csrpl/RINVol4No2/Rael.htm

5) Bouchard, Alain [psicólogo, homónimo ref. 6]; "Les raéliens lancent une nouvelle campagne. Catholiques, apostasiez!" en Religion N° 241, Octubre 2002. En http://www.stchristophe.com/rg/rg241/religion.htm

6) Bouchard, Alain; "Les médias carburent au scandale, comme les raëliens carburent au…La secte, le sexe et la rationalité : du divertissement à l’exclusion sociale" en Les sectes, un danger?, Duhaime, Jean y St-Arnaud, Robert-Guy (comp.) Montréal, Fidès, 2001.

7) Palmer, Susan J.; Íbidem.

8) Vorilhon, Claude; Los extraterrestres me llevaron a su planeta. Editorial Diana, México, 1981 (pp. 185).

9) Vorilhon, Claude; Íbidem. Pp. 186-189.

10) Wieviorka, Michel; "Nueva ecuación: ciencia, dinero y religión" en La Vanguardia (11/01/2003). Trad.: José María Puig de la Bellacasa. En http://www.lavanguardia.es/web/20030111/133736717.html

11) Egozcue, J; "Clonación: ¿realidad o raëlidad?" en La Vanguardia (03/02/2003) En http://www.lavanguardia.es/web/20030203/136145055.html

12) Stark, R. y Bainbridge, W; The Future of Religion: Secularization, Revival and Cult Fromation, U. de California Press, Bekeley, Los Angeles-Londres, 1985.

13) No pude acceder al libro. La cita procede de una crónica del Boston Globe del 4 de enero de 2003 "Clonaid retreats from DNA promise; skepticism grows" en http://www.startribune.com/stories/1556/3571354.html

NOTA. La primera versión de este trabajo se publicó en El Escéptico N° 16, marzo de 2003. Revista de Alternativa Racional a las Pseudociencias – Sociedad Para el Pensamiento Crítico. Aquí se publica una versión revisada y actualizada.

AGRADECIMIENTOS:
A Alejandro J. Borgo, Pedro Luis Gómez Barrondo, Ignacio Cabria, Mariana Comoli, Carlos Domínguez, Alejandro Frigerio, Viviana Giménez, Luis R. González, L. Enrique Márquez, Eduardo Márquez-Blake, Mariano Moldes y Rubén O. Morales. Sus valiosas sugerencias, traducciones y aportes enriquecieron el presente artículo. A mis amigos, ¡muchas gracias!

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