[ARCHIVO]

"CON LA FE NO SE JODE",
ASEGURA VÍCTOR SUEIRO
Por Judith Gociol

Hace diez años, cuando ya llevaba vendidos más de 380.000 ejemplares de sus libros, Víctor Sueiro salía al ruedo con "Los curas sanadores y otros asombros". Esta es la transcripción de un artículo publicado en la revista cultural La Maga en 1993. En esa ocasión, Gociol hizo polemizar a Sueiro con el editor de Dios! -y uno de los autores de este dossier-, quien por entonces era un abnegado militante racionalista enrolado en el Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia.

 

 

Víctor Sueiro lleva vendidos 380 mil ejemplares de sus tres primeros libros ("Más allá de la vida", "Más allá de la vida 2", "La gran esperanza" y "Poderes"); recientemente editorial Planeta lanzó el último: "Los curas sanadores y otros asombros", en el que se reúnen "testimonios reales e impresionantes con nombre y apellido de los protagonistas". A raíz de la publicación del texto, el propio autor y el periodista Alejandro Agostinelli -integrante del Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (Cairp)- hablan de la relación entre ciencia y religión.

Sueiro afirma que "con la fe no se jode. Se tiene fe, se la siente, pero no se discute, no se debe polemizar con ella". Agostinelli, por su parte, entiende que "si todo queda reducido al terreno de la fe, no hay posibilidad de diálogo", y pone un ejemplo: "Mario Bunge , un eminente epistemólogo y científico, no puede ponerse a discutir con Juan Pablo II respecto de la existencia de los milagros, es un diálogo de sordos porque cada uno parte de su propia visión de las cosas. Acá pasa un poco lo mismo".

Sin embargo, el asesor editorial de El Ojo Escéptico -la revista del Cairp- aclara que, a su entender, "Sueiro o cualquier lector religioso puede atribuir una curación a la supuesta intervención mágica de una Virgen o de un santo. Desde la fe es respetable, legítimo y cualquiera está en su derecho, pero si se hace referencia a médicos, se dice que hay pruebas, que son hechos reales, la ciencia tiene que intervenir con su opinión".

Por esta razón los miembros del Cairp incluyen los libros de Sueiro -así como los de Fabio Zerpa y muchos de autoayuda dentro de lo que ellos denominan textos "pseudocientíficos". Bajo este rótulo agrupan los títulos que "tienen una pátina de cientificidad alrededor, un presunta validación científica. En muchos de ellos se cuenta, por ejemplo, que hay mil casos de personas que fueron a ver a un señor y el noventa por ciento de ellos se curó. Para afirmar algo así hay que presentar el estudio realizado para llegar a esas conclusiones, averiguar quién hizo el diagnóstico, si un médico o el mismo curandero. Si se recurre a anécdotas es peor aún, porque una anécdota no puede probar nada, es una experiencia personal. Tiene la validez de una anécdota, nada más. No hay prueba verificable porque no existe modo de verificar que las cosas que cuenta ese supuesto paciente sean tal cual las relata y no esté fabulando o exagerando", explica Agostinelli. A su entender, "las llamadas medicinas alternativas no pasan por los controles que sí se le exigen a la medicina científica. Están completamente a la deriva en este sentido, tienen sus propias reglas y la literatura no hace otra cosa que reflejar toda esa ausencia de controles".

UN HOMBRE DE FE
Sueiro define su libro en pocas palabras. Según sus afirmaciones, es una investigación periodística sin aspiraciones científicas. "Los capítulos son -puntualiza- casi notas largas en las que, en algunos casos, me apoyo en elementos de la ciencia porque de ninguna manera creo que ésta sea incompatible con la fe."

El autor aclara que es "periodista y, al mismo, un hombre de fe". Reconoce: "No soy objetivo, soy subjetivo pero sincero". A su entender, eso basta para justificar que sólo ha buscado testimonios que apoyaran su hipótesis acerca del poder curativo de la fe. Tampoco creyó necesario incorporar elementos como las historias clínicas de los casos de sanación que relata "porque hubieran vuelto al libro un plomazo y además son difíciles de entender". Para él alcanza con los nombres y apellidos de los protagonistas, por eso decidió no reproducir en el libro dos historias cuyos protagonistas no quisieron identificarse.

"Usted me devolvió la fe", le escribió por carta una lectora a Sueiro. El autor sostiene que mejor recompensa no podía tener. "El objetivo final -sintetiza- es ayudar a la gente, y la fe, el amor y la esperanza ayudan de un modo impresionante. Mis libros no dañan a nadie, yo no hago negocios con esto, gano cierta guita, lo que cobro trimestralmente mientras los ejemplares se vendan. Pero negocio sería que yo pusiera el templo de Víctor Sueiro, cosa que jamás haría; con esto yo no puedo jugar."

En el caso de los libros de Sueiro, Agostinelli observa que en Los curas sanadores el autor hace muchas menos referencias a la ciencia que en los textos anteriores. "Este título se aparta de la tradición anterior, va más allá de la ciencia para reforzar de lleno la fe del creyente, es literatura de culto."

Según el mismo Sueiro admite, recibió importantes halagos, en relación con sus trabajos, de distintas personalidades religiosas, pero se enteró también que a otros sectores sus planteos no le hacen mucha gracia. "Yo en general no ataco, salvo a dos sectores: las sectas, porque me parece que hacen daño, que separan cuando yo lo que quiero es unir y que todos pertenezcamos a una misma Iglesia y también les pego duro a los hipócritas que hay dentro de mi propia religión, al fulano que va a comulgar todos los domingos y el lunes va a su empresa y coimea o se va con su amante de turno a un departamento. Además de esos que se quedan sentados en las sacristías calentando los sillones con sus culos gordos y echando panza."

Respecto de los que no apuestan a la fe como él, Sueiro sostiene que no los agrede sino que "fija posición" cuando, en el prólogo de Curas sanadores..., escribe que "sé que habrá también escépticos, desconfiados, resentidos, envidiosos y mediocres. Hice mucha fuerza para comprenderlos y disculparlos. Tanta fuerza hice que me cagué. En ellos, claro está. No soy un santo, después de todo. Y no tengo ganas de discutir lo que yo vi y ellos no".

Agostinelli, que adoptó el escepticismo como una forma de alcanzar el conocimiento, entiende que "el último libro de Sueiro es su respuesta a esa actitud de la Iglesia que no veía con buenos ojos todo lo que sea una creencia diferente de la tradicional. Él les está diciendo que son los propios miembros de la Iglesia los que generan personajes capaces de producir milagros".

Según el asesor editorial de El Ojo Escéptico, los fenómenos del tipo que Sueiro describe en sus textos tienen una explicación científica. Para él, quienes consideran estos hechos sobrenaturales lo que hacen es -en general- "establecer una correlación errónea entre causa y efecto, una falsa relación entre un estímulo natural conocido y un hecho aparentemente inexplicable". En cuanto a las apariciones, Agostinelli sugiere que pueden producirse por distorsiones en la percepción visual y las curas milagrosas de cánceres son, en opinión de la ciencia, casos excepcionales y poco frecuentes de regresiones espontáneas de los tumores.

Al respecto, en el número de abril de 1992 de la revista del Cairp, Susan Blackmore -miembro del Departamento de Psicología de la Universidad de Bristol, Inglaterra- sostiene que las sensaciones placenteras que relatan quienes aseguran haber retornado de la muerte "han sido registradas en personas que tomaron ciertas drogas o estaban extremadamente cansadas". A la pregunta de si es necesario haber estado a punto de morir para tener una experiencia de este tipo, la investigadora concluye: "La respuesta es un rotundo no".

TERRENO ABIERTO
Los dos periodistas coinciden en que hay cuestiones que la ciencia no puede explicar y es allí donde queda abierto el terreno de la fe. "Una persona tiene que ir primero al médico, dejar el consultorio es un suicidio. Pero si se llega al punto en que el médico ya no sabe qué hacer, ahí se recurre a los curas sanadores. Porque la ciencia también tiene sus límites. La fe comienza cuando la razón no da más, cuando ya no puede dar respuestas." Convencido de que "la ciencia también es un instrumento de Dios", Sueiro considera que la oposición entre razón y religión no es planteada por los científicos sino por los cientificistas. "Son los que te dicen: ‘Yo para creer en algo tengo que verlo’, entonces ese tipo no puede creer en Dios, ni en el amor, porque no se ven, allá ellos."

Agostinelli es uno de los que sostienen que religión y ciencia han estado históricamente enfrentadas. "Perdida la batalla de la religión contra temas que tenían que ver con las ciencias duras, ahora la embestida pasa por las ciencias sociales. Por ejemplo en todo lo relacionado con demografía, eutanasia, aborto, manipulación genética; todos temas médico-sociales donde la Iglesia trata de hacer escuchar su voz. La ciencia se encuentra allí con una limitación porque sabe que la religión tiene derecho a impartir entre sus fieles lo que considera válido, pero en muchas de esas cosas la ciencia percibe peligros que la fe no ve. En este sentido, es riesgoso que no haya ciertos controles de la natalidad porque la explosión demográfica es un problema muy grave." En definitiva, discuten dos creencias, una en la fe y otra en la ciencia.

Primera publicación: Revista La Maga, Buenos Aires, 17 de noviembre de 1993

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