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LOS ÁNGELES DE WACO: LAS HERMANAS ARGENTINAS QUE CREYERON EN KORESH
Por Alejandro Agostinelli*
Dos argentinas, Jennifer y Kathy, murieron en Waco, Texas, EE.UU., junto con otros 82 seguidores de David Koresh. Sus padres, Isabel y Guillermo Andrade, acusaron al gobierno: "El FBI utilizó gases tóxicos durante la represión". Este artículo, publicado en el segundo aniversario de la masacre de Waco, estuvo entre los primeros en contar el envés de la trama. Que también golpeó a los argentinos.

Isabel Andrade y su esposo Guillermo viven en los Estados Unidos desde 1965. Llegaron de su Rosario natal buscando una nueva vida y la encontraron. Pronto vinieron al mundo sus tres hijas y empezaron a saborear la felicidad. Hasta que la perdieron una mañana de abril de 1993.

Jackeline, la mayor, hoy tiene 29 años**. Katherine y Jennifer tenían 25 y 21 años cuando integraban la Rama Davidiana, la comunidad religiosa liderada por David Koresh, quien acababa de cumplir significativos 33 años.

Nadie sabe con certeza si Kathy y Jenny estaban convencidas como Koresh de que se avecinaba el fin de los tiempos. Pero lo fue. Tanto para ellas como para Chanel -bebé de Kathye y presumiblemente hija de Koresh- y para otras 81 personas que fueron masacradas en una acción policial que se recordará como una de las más brutales de la historia.

Tras un asedio de 51 días, el FBI se propuso desalojar el complejo de Monte Carmelo en Waco, Texas, a fuerza de abrir boquetes en las paredes e introducir una mezcla de gases que -según una investigación- era altamente tóxico. Allí había 21 niños en total, 17 de ellos menores de 10 años.

El origen del fuego sigue generando controversias. Pero el matrimonio Andrade y otras 28 familias no tienen dudas. Por eso iniciaron una demanda contra el gobierno norteamericano.

Isabel y Guillermo se convirtieron en militantes de su desconsuelo. Pese a que nadie les devolverá a los ángeles que conocieron el infierno, no dan el brazo a torcer y esperan que el veredicto judicial esté del lado de las víctimas. Las pericias los favorecen. "El gas que metió el FBI en el rancho durante la represión era ilegal en lugares cerrados", afirman. "La situación se agrava porque había niños. Revisamos tres videos -uno de ellos provisto por gente de Oklahoma- y examinamos fotos. Muchos murieron sofocados o envenenados por los gases. Por eso los acusamos de asesinato".

La autopsia sobre los cuerpos de las hijas de los Andrade se realizó un año después. "El tiempo que demoraron en entregarlos", aclaran. Aún quedaban restos de cianuro en la sangre y los pulmones. "Esto quiere decir que esos gases eran un gran cóctel tóxico", enfatiza Isabel.

Los estudios forenses determinaron que la hija de Kathy también murió por asfixia. "Vimos un video fechado en marzo del 93 donde se veía a Katy con Koresh y la bebita. Los tres parecían estar bien".

En la charla telefónica, Isabel repite el interrogante que la doblegó cuando la CNN mostró las últimas imágenes del infierno: "¿Por qué no fuí antes a rescatar a mis hijas? ¿Por qué?".

ANTES DEL FIN
Kathy conoció a Paul Fatta en 1989. Los dos íban a la Iglesia Adventista de Martínez, una hermosa ciudad californiana situada a 43 kilómetros de San Francisco donde residían los Andrade desde 1986. Oyeron hablar por primera vez de Koresh y la Rama Davidiana cuando Paul quiso que Kathy presenciara una de sus prédicas. Se enamoraron y ella pronto se unió al grupo.

Un año después Kathy volcó mientras conducía su automóvil. El coche quedó destrozado. Pero ella salió ilesa: el cinturón de seguridad le había salvado la vida. Antes de partir, Koresh le aconsejó que no viajara. Por eso no pensó en el cinturón sino en un milagro. "Ella creyó que era una señal, que no debía volver a casa. Y renunció a su empleo y a la idea de estudiar veterinaria para irse a vivir a Waco", recuerda Isabel.

En abril de 1992, Jennifer se enteró que su hermana había tenido una beba y decidió viajar a la comunidad. Tenía el boleto de vuelta. Pero jamás lo usó. "Jenny quería ser modelo y era profesora de una escuela de verano. Yo estaba segura de que volvería. Sus creencias religiosas no eran tan fuertes", dice hoy su madre.

En setiembre de ese año, las hermanas visitaron a sus padres acompañadas por Steve Schneider, el segundo de Koresh. "Yo también creo en Dios -lo enfrentó Guillermo Andrade. Pero tu interpretación religiosa no me interesa. Quiero que vivan conmigo, en mi casa. Eso es todo". Desafiante, el davidiano le respondió: "¿Qué va a hacer, raptarlas?". Fue como si le hubiera leído el pensamiento.

INTENTO DESESPERADO
Isabel decidió viajar a Waco y pronto fue contactada por agentes del Departamento de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF). "Nos propusieron un trato: información a cambio de sacar a las nenas. Por un momento me sentí mejor. Era hora que alguien serio se ocupara del problema", recuerda. "Pero nos fallaron: utilizaron nuestros datos para atacar; nunca nos dijeron lo que pensaban hacer".

El matrimonio Andrade se dio cuenta de que había llegado la hora de llevar adelante su propio plan: llamar a sus hijas y avisarles que Isabel debía viajar con ellas a la Argentina para que no perdieran los pasaportes. Pero Koresh no lo permitió. "Un mes es demasiado tiempo", dijo. Todavía no sabíamos que estaban metidas en una secta" evoca el padre. Recuerda que una vez llamó a la Oficina de Cultos y que de la Rama Davidiana sabían poco y nada.

A través de una amiga, Isabel supo que la beba de Kathy se llamaba Chanel y había nacido el 2 de febrero de 1992. Se reunió con un psicólogo especializado y le aseguró que se trataba de una secta peligrosa. "Llámelas una vez por semana, mantenga un contacto regular y hábleles del pasado" aconsejó.

Isabel volvió a Waco el 28 de enero acompañada por una amiga. Fue entonces cuando conoció a Koresh. "Enseguida me hizo enojar porque no quería dejar salir a Kathy. Entró a la habitación y me vio llorando. Me dijo que abriera la Biblia y me negué. Pero mi amiga sí la abrió. Y le predicó durante tres horas y media. ‘Ahora puede sacar a sus hijas’, me dijo. Fuimos al hotel y Kathy me hizo masajes. Fue el mejor momento. Luego fuimos al supermercado y ellas compraron chocolate y cerveza para David. Era el único que tenía ese privilegio".

Kathy lo negaba, pero Isabel no tenía dudas de que Koresh era el padre de Chanel. "Lo confirmé cuando comenzó el cerco policial, él dejó salir a todos los chicos que no eran sus hijos. Y no quiso que se fuera Chanel".

En uno de sus encuentros con el líder davidiano, Isabel fue frontal: "David, usted no habla como Jesús, usted no actúa como Jesús, usted no es Jesús. Usted es el resultado de los abusos a los que fue sometido cuando era chico". Se lo dijo el último día que vio a sus hijas con vida.

EL VÉRTIGO FINAL
Isabel comenzó a llamar a las jóvenes con más regularidad. Incluso les pedía que pusieran a Koresh en línea. El 27 de febrero, un día antes del copamiento policial, habló con él por última vez. "¿Leyó el diario? ¿Leyó el diario? Dicen que abuso de los niños, que tengo varias esposas y un arsenal en el rancho. Además, sé que usted está diciendo que Kathy tuvo un bebé...", dijo Koresh. "Lo sé porque lo averigué", respondió Isabel. "Además -siguió-, no es una suposición. Ella tuvo una nena. Pero no se preocupe: la vamos a querer porque es parte de ella. No juzgamos a nadie...". Koresh se tuvo que desdecir: "Okey, supongamos que es así. Usted tiene que venir y escuchar lo que enseñamos, así entiende por qué Kathy fue madre".

La mañana que la CNN mostró el asalto de los agentes de la ATF, Guillermo fue optimista: "Me sentí bien. Sentí que alguien hacía algo y que iban a sacar a mis nenas". Isabel no: "Yo conocía a David. Sabía que era terco e imprevisible. Sigo sin entender por qué no lo atraparon afuera. Porque él salía a correr todos los días".

Kathy, Jennifer y Chanel no salieron y el 19 de abril, el día del ataque final, las encontró dentro del Rancho Apocalipsis. "El FBI actuó como si fuera un caso de secuestro e ignoró que Koresh no obedecía la ley del hombre. Rompieron el edificio de tal forma que se produjo un túnel de rápida conducción del aire". Las observaciones de Isabel Andrade coinciden con un informe que presentó Gordon Novell, un investigador especial que participó en varios comités presidenciales. Probó que las mezcla de gases era tóxica y que muchos murieron al respirarlo: "El gobierno tenía la capacidad científica para prever las consecuencias del ataque".

Joyce Spark, una funcionaria de la Asociación para la Protección del Niño al tanto del tipo de gas que iba a utilizar, expresó su preocupación al FBI. "Los van a matar a todos", advirtió. También comprobó que en el complejo había microfonos ocultos. "El gobierno sabía que estaban muriendo asfixiados y no tenían escapatoria. Algunos cuerpos, además, aparecieron con balas de un arma calibre 45 que los davidianos no tenían", concluyó Novell.

NOTA:
* Gracias al periodista Javier Avena, sin cuya generosa ayuda esta nota no hubiera sido posible, e Isabel Andrade, por colaborar para este artículo y, sobre todo, por su ejemplo de amor.
** Este artículo se publicó por primera vez en 1995. Hoy Jackeline tiene 37 años.
Primera publicación: Sección "En trance", diario La Prensa. Buenos Aires, 23 de abril de 1995.
© 1995 Alejandro Agostinelli. Todos los derechos reservados.

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Alejandro Agostinelli

ENLACES RELACIONADOS
The Waco Memorial Project
Isabel Andrade, madre de Kathie y Jennifer y abuela de Chanel, dejó aquí una triple evocación que vale la pena visitar.

CHANEL ANDRADE

http://members.aol.com/karenwmp/waco/chanel.htm
KATHIE ANDRADE
http://members.aol.com/karenwmp/waco/kathie.htm
JENNIFER ANDRADE
http://members.aol.com/karenwmp/waco/jenny.htm

 

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