Küng, Hans
Teólogo, Escritor. Suiza

Es considerado uno de los teólogos más polémicos del siglo XX y comienzos del XXI. Y también, a pesar de los intentos de la Iglesia Católica por atenuar el impacto de sus publicaciones, uno de los más importantes. En 1970, expresó su disidencia más radical con el Vaticano en su libro “¿Infalible? Un interrogante”, donde Küng cuestionó el dogma de la infalibilidad papal, reclamó la abolición del celibato sacerdotal; abogó por la libertad de la mujer a acceder al sacerdocio y exhortó a que los divorciados pudieran recibir la comunión. La Iglesia no consideró ese manifiesto una bendición sino todo lo contrario. Küng tuvo un precio que pagar: ese año, la Congregación para la Doctrina de la Fe (antes, el Santo Oficio) le prohibió ejercer la docencia en nombre de la Iglesia, forzándolo a dimitir de su puesto en la Facultad de Teología Católica de Tubinga, permaneciendo como director de una instancia que él mismo había creado, el Instituto de Investigación Ecuménica.


UN TEÓLOGO (DEMASIADO) REBELDE

Küng nació el 19 de marzo de 1928 en Sursee (Cantón Lucerna, Suiza). En 1951 se licenció en Filosofía por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma con un trabajo sobre el humanismo ateo de Jean Paul Sartre. En 1955 obtuvo su diploma en Teología por la misma universidad con un trabajo sobre la doctrina de la justificación del teólogo evangélico Karl Barth. En 1957, consiguió su doctorado en Teología por la Universidad Sorbona de París con la tesis “Justificación. La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica”, que aparece en francés y en alemán. Eso despertó el primer “Alerta Rojo” en la Curia: el departamento del Indice del Santo Oficio del Vaticano habilitó el “Dossier Küng” (nº de protocolo 399/57/i) a fin de censurar su libro sobre la “justificación”. Pero, finalmente, declina de su intención (1).
Su rebeldía a los ojos de las autoridades eclesiásticas no le impidió seguir siendo uno de los teólogos más importantes. Al menos eso siguen pensando de él y de su obra líderes políticos y religiosos alemanes, parte de los cuales se reunieron en marzo de 2003 en Berlín para celebrar -con el apoyo de diferentes organizaciones eclesiásticas de base- su 75º cumpleaños, donde se le pidió a la Iglesia católica que lo rehabilitase. Küng no cree que eso sucederá algún día, aunque sí espera que la Iglesia aprenda a tolerar sus puntos de vista como “una posición católica al lado de otras” (2, 3).
Tras su ordenación sacerdotal en 1954 se licenció en Filosofía, obtuvo el doctorado en Teología. Pronto consiguió su primera cátedra en la universidad alemana de Tubinga. En 1962, el papa Juan XXIII lo nombró consultor teológico del Concilio Vaticano II, asamblea destinada a “renovar a la Iglesia frente al mundo moderno”. Pero su pensamiento comenzaba a apartarse de la línea oficial. Su libro “La Iglesia” (1967), provocó los primeros desajustes con Roma: el Vaticano condenó a la obra, pese a lo cual salió al mercado.
Desde entonces, Küng da cátedra de teología ecuménica para fomentar el diálogo interreligioso. También creó la fundación Weltethos (Ethos universal), dedicada a fomentar el diálogo entre las religiones sobre la base de sus postulados éticos comunes.
En 1996, cuando se conmemoraba el cincuenta aniversario de la ordenación sacerdotal de Juan Pablo II, comparó a la Iglesia con “un buque en peligro de hundirse” debido a que su capitán quiere que los que van en el barco se limiten sólo “a obedecer y rezar”, sin tener los pies en la tierra (4). Puede parecer fuerte. Pero esas declaraciones fueron parte de un proceso.

EVOLUCIÓN DE UN DISIDENTE
En 1959, Küng participó en la conferencia “Ecclesia semper reformada” en la Universidad de Basilea y -a pedido de su inspirador y maestro, el teólogo Karl Barth- escribió y publicó “Concilio y unión de los cristianos”. En 1963, a instancias de Juan XXIII, inició una gira como conferencista por los EE.UU. e Inglaterra. En Washington, la Universidad Católica de América le prohibió impartir clases. A fines de ese año tuvo lugar el proceso contra su libro “Estructuras de la Iglesia”. Se le interrogó en Roma bajo la presidencia del cardenal Bea y en la presencia de los obispos de Basilea y Rotemburgo. Sin embargo, siguió publicando nuevas obras, entre ellas “La Iglesia” e “Iglesia en Libertad”. En 1965 recibió la amonestación del Santo Oficio a causa de su informe negativo sobre el Concilio y de su conferencia “Veracidad de la Iglesia”. Pero, en 1967, por decreto del Santo Oficio (cambiado ya su nombre por el de Congregación para la Doctrina de la Fe), se le prohibió difundir y traducir el libro “La Iglesia” mientras no tuviera lugar un coloquio en Roma.
Su posiciones no parten de la increencia ni del combate de la fe sino de un catolicismo apasionado, que cuestiona a la burocracia de la Curia con los Evangelios en la mano. “He criticado a la Iglesia no por haberme distanciado de ella, sino por haberme comprometido con ella. La iglesia ha sido y sigue siendo importante para mí, pero nunca ha sido la instancia suprema, ni lo será en el futuro. La Iglesia solo tiene sentido en el servicio al hombre y, en definitiva, al mismo Dios”, escribió en “Itinerario y Obra” (Ed. Cristiandad, 1978).

PALABRA DE CRISTIANO
Küng siempre se negó a someterse a lo que consideró un proceso inquisitorial. El 17 de octubre de 1979, publicó un balance del primer año en el cargo del papa Juan Pablo II. Dos meses después, se le retiró la autorización eclesiástica para enseñar como teólogo católico en Tubinga. El propio Wotkjila, por primera vez desde su pontificado, lo condenó expresamente: “Ya no puede ser considerado un teólogo católico”, precisó.
El consenso de la tesis defendida por Küng se enraíza en la creciente constatación de que las verdades declamadas por las autoridades de la Iglesia van por un lado y la realidad, por otro. “La Iglesia puede y debe ser a todos los niveles una comunidad de hombres libres”, escribió Küng. “Si quiere servir a la causa de Jesús, nunca puede ser una institución de poder o una Santa Inquisición. Sus miembros han de estar liberados para la libertad: liberados de la esclavitud a la letra de la Ley, del peso de la culpa, del miedo a la muerte, liberados para la vida, el servicio y el amor. Hombres que no tienen que estar sometidos más que a Dios, y no a poderes anónimos ni a otros hombres. (…) “Donde no hay libertad, no está el Espíritu del Señor... Nadie en la Iglesia tiene derecho a manipular, reprimir o suprimir, abierta o solapadamente, la libertad fundamental de los hijos de Dios y establecer la soberanía del hombre sobre el hombre, en lugar de la soberanía de Dios. En la Iglesia debe manifestarse esa libertad en la libertad de palabra (franqueza) y en la libertad de acción y renuncia (libertad de movimientos y liberalidad en el sentido más amplio de la palabra)... la misma iglesia debe ser a la par ámbito de libertad y abogado de la libertad en el mundo.”(5)

PROHIBIDO DUDAR
En mayo de 1970, un artículo del teólogo suizo sobre los matrimonios mixtos provocó la primera censura pública de la Conferencia Episcopal Alemana. En julio de ese año, la publicación del libro “¿Infalible? Un Interrogante” desencadenó un debate mundial. En 1971, Hüng es interrogado en Stuttgart por los obispos H. Volk (Maguncia) y F. Wetter (Spira) y los profesores J. Ratzinger y H. Schlier. La Conferencia Episcopal Alemana se declaró contra el libro, así como la Comisión de la Fe de la Conferencia Italiana y distintos teólogos. Sin embargo, en agosto del mismo año, 300 teólogos católicos y protestantes alemanes e ingleses escribieron una “Declaración de Solidaridad con Hans Küng”. En 1974 publicó el libro “Ser Cristiano”, recogiéndose en Suiza 20.000 firmas contra el proceso por “La Iglesia” e “¿Infalible?”, impulsando en 1975 la anulación del juicio. Entre 1975 y 1977, la Conferencia Episcopal Alemana lanzó tres declaraciones contra “Ser Cristiano” y, en 1979, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano le revocó su facultad para ejercer la enseñanza como teólogo católico.
La sangre no llegó al río porque se llegó a un acuerdo: se le permitió -como si para ello necesitara aprobación alguna- seguir enseñando “desde una posición secular”. Ese año Küng publicó “¿Existe Dios?”. “El teólogo -escribió en ese libro- no debe permitir que nadie le frene en su trabajo. Ni siquiera la dirección de su Iglesia, a la que se siente lealmente ligado. El teólogo debe -tal es su gozoso deber y obligación- buscar mediante el estudio serio y sin jactancia respuestas sinceras de las que pueda responder ante la Iglesia y la sociedad... Así se interesará cada vez más por la causa de la teología, sin reivindicar jamás para sí mismo la infalibilidad”.
En octubre de 2003, en su artículo "Un papado con contradicciones fatales", Hans Küng escribió acaso la más dura crítica jamás presentada desde el seno de la Iglesia: "A pesar de sus aspectos positivos, este pontificado se revela a fin de cuentas como un desastre. Un Papa declinante que no abdica de su poder, aunque podría hacerlo, es para muchos el símbolo de una Iglesia que tras su rutilante fachada está anquilosada y decrépita. Si el próximo Papa quisiera seguir la política de este pontificado, no haría sino potenciar aún más la monstruosa acumulación de problemas y haría casi insuperable la crisis estructural de la Iglesia católica."

Referencias
1) López; Esteban “Hans Küng: teología en libertad”. Buena parte de los datos para esta biografía fueron recogidos del sitio, Escritos para la Concordia.
2) Cable de DPA “Palabras de un sacerdote apasionado. El polémico Hans Kueng cumplirá 75 años” (“Rio Negro”, 18-03-03)
3) Cable de EFE; “Políticos y religiosos de Alemania alaban a Hans Küng y piden que el Papa lo rehabilite”, Berlín. (“El País”, 20-03-2003).
4) En “Corriere de la Sera”, 27/09/1996.
5) Küng, Hans, “Ser Cristiano”. (Ed. Trotta, 1996).

 

[Por Guido J. Paul. Este texto es parte del Proyecto Enciclopedia Multimedia de Cultos, Mitos y Misterios. Exclusivo para Dios! © 2002 - 2003 - Todos los derechos reservados.]
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